Ministerio de la verdad única

No se trata de gobernar, sino de inculcar una ideología

Luis Ventoso

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En una democracia la función de los gobiernos es resolver los problemas de la gente, en lugar de utilizarlos como munición para la demagogia, o de formatear la mente del público con proyectos de ingeniería social. Los gobiernos de Aznar y Rajoy tuvieron sus defectos -el mayor, los vergonzosos casos de corrupción-, pero pusieron su foco en arreglar lo concreto, con atención prioritaria hacia la economía, donde ambos lograron buenos resultados (los datos empíricos son irrefutables). Por el contrario, los ejecutivos socialistas siempre han situado en primer plano la ideología, muy acusadamente desde el zapaterismo. Para el PSOE no se trata tanto de mejorar la vida de las personas como de cambiar la manera de pensar del país, partiendo del axioma de que solo existe un correcto modo de ver la vida, el mal llamado «progresismo». El credo político obligatorio se impone desde una presunta superioridad moral. Quienes se apartan del dogma pasan a ser considerados unos parias intelectuales, para los que incluso se ha creado un epíteto que los priva de todo crédito: «facha». Esa estrategia sectaria explica, por ejemplo, el cordón sanitario contra el PP que levantó Zapatero, o el tono de mofa y desprecio con que determinadas cadenas y seudohumoristas saludan a los herejes que se sienten -¡todavía!- liberal conservadores.

La llegada de Sánchez al poder supone un ejemplo perfecto del mecanismo descrito. No trata de gobernar, pues carece de ideas nuevas para mejorar la vida de las personas y de escaños para aplicarlas. Así que lo que intenta es inculcar la idea-fuerza de que en España solo cabe una forma de pensar legítima, el progresismo, y que lo salutífero y ético es que el PP esté siempre fuera del poder. De ahí viene su primera medida de calado: asaltar Televisión Española, alegando por boca de la ministra portavoz que «su situación es anómala, excepcional y de emergencia» (palabras con las que denigra el trabajo de centenares de profesionales de ese medio). De ahí también que rehúse a convocar elecciones tal y como había prometido, pues su único modo de ganar unos comicios es acometiendo previamente una gran campaña de propaganda desde el aparato del poder. Ese es el plan.

Como cualquiera, he constatado por experiencia vital que TVE fue mucho más tendenciosa bajo Aznar y Zapatero que hoy. Pero a Sánchez le urge controlarla, porque es ya la única cadena, junto con la pequeña 13, que no practica la apología activa de la única ideología aceptable: el progresismo. Para llevar a cabo la operación ha llegado incluso al oprobio de recurrir, una vez más, al voto de dos enemigos de España, ERC y PDECat (hecho que la ministra portavoz no tuvo la honestidad de reconocer ayer cuando se lo preguntaron directamente). Les urge ocupar TVE porque hay que seguir vendiendo gestos que enmascaren la incapacidad de un Gobierno que es legal, pero muy poco democrático, pues el presidente que nos manda no ha sido elegido por los españoles, que de hecho lo castigaron dos veces seguidas en las urnas. Ministerio de Transición a la Verdad Única. Esa es la cartera clave del Gobierno.

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