Mark Chapman

En apenas dos semanas, Mark Chapman, el asesino de John Lennon, se enfrenta a un tribunal que debe decidir sobre su puesta en libertad.

Manuel Contreras

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El 8 de diciembre de 1980 Chapman , un desequilibrado obsesionado con la fama, disparó cinco veces por la espalda al músico británico en presencia de su mujer, Yoko Ono. Mientras Lennon se desangraba en el suelo, su asesino sacó su libro de cabecera, «El guardián entre el centeno» de Salinger, y se sentó a leer mientras esperaba a la Policía. Fue condenado a veinte años de cárcel y cadena perpetua revisable. Desde el año 2000, cuando cumplió su pena, ha solicitado nueve veces su excarcelación, y nueve veces ha sido denegada. Ante la inminente revisión que tendrá lugar en agosto, por primera vez se han elevado algunas tímidas voces pidiendo su libertad tras 38 años en prisión, una cuestión que deberá resolver el Estado de Nueva York . Pero la mayor parte de la opinión pública norteamericana -incluyendo a Yoko Ono- se declara partidaria de que siga en prisión. No sería el primer asesino de famoso que envejece en las cárceles de aquel país; Charles Manson murió el pasado noviembre a los 83 años en la celda donde llevaba preso desde 1969, cuando asesinó salvajemente a la actriz Sharon Tate y otras seis personas inspirado precisamente por una canción de los Beatles, «Helter Skelter» .

En España, el próximo fin de semana saldrá en libertad el etarra Santi Potros, un histórico de la banda terrorista que fue condenado a 3.000 años de prisión por unos 40 asesinatos. Potros, coordinador de los comenados de ETA y responsable de las matanzas de Hipercor en Barcelona y de la plaza de la Republica Dominicana en Madrid, cumple treinta años en la cárcel, el máximo que contempla la legislación española, por lo que la semana próxima será un ciudadano más. Su puesta en libertad coincide con un momento en el que el cambio de gobierno ha puesto encima de la mesa la posibilidad de medidas de gracia con los presos de ETA una vez disuelta oficialmente la banda terrorista.

La mala conciencia por la existencia de presos es uno de las principales equivocaciones del progresismo. Considera que un recluso es un fracaso social y anhela su reinsertación para ratificar que el sistema funciona. Sin embargo, en el país de las libertades, con doscientos años de democracia a sus espaldas, no tienen ningún complejo por ver en prisión a aquellas personas que no merecen vivir en la sociedad. La dureza en el cumplimiento de las penas no es un síntoma antidemocrático sino todo lo contrario, una garantía de libertad, porque antepone los derechos de los ciudadanos a los de los delincuentes. La imagen de De Juana Chaos -3.000 años de condena por 25 asesinatos, 20 años en prisión- regentando plácidamente una licorería en Venezuela hace mucho más daño a la democracia que la del anciano Charles Manson purgando sus crímenes hasta su muerte en una celda.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación