Héroes

A las puertas de la jubilación, Miguel Ángel sigue levantándose a las 7.30 para recorrer la playa con su carrito hasta la noche

Manuel Contreras

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Este verano vuelve a recorrer las playas de Zahara y Atlanterra un tipo enjuto y animoso que vende cachivaches de todo tipo que transporta en un carrito ambulante motorizado. Se llama Miguel Ángel, tiene 63 años y lleva más de una década playa arriba y playa abajo, ofreciendo a los bañistas todo aquello que puedan necesitar. A Miguel Ángel se le distingue desde lejos, porque su carrito se desplaza por la arena como una montaña móvil que se cimbrea guardando un equilibrio milagroso. Le llaman «el corte inglés», porque en su chiringuito se puede encontrar todo lo imaginable: sillas de playa, balones de fútbol, ropa, toallas, sombrillas, gafas de sol, flotadores, sombreros, baratijas, refrescos, helados...

En una vida anterior, Miguel Ángel se dedicó a la jardinería lejos de las doradas playas gaditanas, pero no tuvo suerte y Andalucía le ofreció una segunda oportunidad, según explica. Comenzó a vender por Zahara cuando el turismo despegaba en la aldea atunera, arrastrando su carrito por la arena. El trabajo era agotador y pronto vio cómo inmigrantes subsaharianos le hacían la competencia pateando la playa con colgantes, pareos, gafas y todo tipo de baratijas. Como las fuerzas le fallaban y la competencia se multiplicaba, Miguel Ángel apostó por el I+D para dar valor añadido a su negocio: diseñó un carrito con un pequeño motor, tracción oruga y dos ruedas laterales que impiden que el artefacto vuelque con las irregularidades del terreno. El invento le permitió incrementar la variedad de su oferta a los bañistas y convertirse en un personaje para los veranantes. Es tan popular que su carrito lleva incorporada publicidad de varios restaurantes y tiendas de la localidad. El trabajo sigue siendo duro, porque Miguel Ángel, a las puertas de la edad de la jubilación, se sigue levantando a las siete de la mañana para estar desde primera hora recorriendo la playa, para no volver a su casa hasta las once de la noche. Pero llega satisfecho.

Ayer un pequeño se acercó al carrito de Miguel Ángel y preguntó si tenía camisetas de la selección española con el nombre de un jugador. Sólo revelaré, aunque lo habrán supuesto, que no era De Gea. Miguel Ángel, siempre afable, bromeó sobre el papel del equipo en Rusia y le animó a adquirir otro tipo de camiseta. «Es que es mi héroe», acertó a justificar el pequeño. Es natural que un chaval tenga como referente a un futbolista que es aclamado en los estadios, que lleva tatuajes y peinado a la última moda y que tiene por novia a una famosa escultural. Pero seguro que un día descubrirá que los verdaderos héroes no dan entrevistas ni salen en televisión. Que la heroicidad no consiste en ser famoso, sino en no darse por vencido ante la adversidad y encontrar el camino para sacar a tu familia adelante cuando todo invita a tirar la toalla. En estrujarse la cabeza hasta encontrar la idea que permite el éxito. Esos son los héroes que necesitamos. Ese día el chico comprenderá que el héroe lo tenía delante.

Manuel Contreras

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