LA TRIBU

Franco puede esperar

La que no puede esperar es una España a la que han montado en un tren y todavía no le han dicho adónde viaja

Misa en la basílica del Valle de los Caidos. En la imagen, dos niños frente a la tumba de Franco. ERNESTO AGUDO
Antonio García Barbeito

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Hay asuntos más urgentes. Tranquilos, que los restos del dictador no van a moverse de ahí, bajo esa losa; ni el esqueleto, si acaso pudiera, iba a componerse hueso a hueso, iba a inventarse la carne y, hecho cuerpo humano —y vestido de general, claro—, iba a aparecerse por aquí, dándose una vuelta por algunos sitios de España como quien sale a echarle una ojeada a lo suyo. Tranquilos, que los restos de Franco pueden esperar a que los muevan a un osario íntimo y familiar. Hay asuntos más urgentes. Sería una pena comprobar que el primer asunto español en orden de importancia fuera sacar del Valle de los Caídos los huesos del general. ¿Que hay que mover esos huesos? Bien. ¿Que hay que convertir ese lugar en un espacio de memoria distinta? De acuerdo. Pero sin correr, que parece que lo único que aquí importa es lo que queda en la huesa, bajo la pesada tapa.

Tranquilos; vamos a ir a asuntos pendientes que son más necesarios, o al menos así lo cree mucha gente. Ya ven, no se dan tantas prisas para el fin del peaje de la autopista de Cádiz, y van a esperar a que expire —se me ha metido aquí una palabra muy fúnebre, vaya por Dios, relacionada con el asunto de Franco— la concesión, en 2020. Tampoco hay muchas prisas en resolver los problemas del personal sanitario, que ya no sabe para dónde tirar, si para otra región, para otro país o para una compañía privada. ¿Hay prisas, acaso, por convertir en sólidos estudios el continuo fracaso escolar de tantísimos escolares que saltan de curso a curso aunque vayan dejándose atrás un suspenso y otro, y otro y otro? ¿Por qué no hay más prisas en cambiar algunas leyes que nos tienen amargados, para que no haya tanto cachondeo de los delincuentes, hieran, maten, roben o arruinen negocios y familias? ¿Por qué no acudimos antes a la situación de los autónomos? ¿Por qué no nos desvelamos más por los problemas del campo? ¿Por qué no corren tanto para quitar o rebajar algunos impuestos? Tranquilos, Franco puede esperar, que sus huesos no van a convertirse en general. Tranquilos. Acudamos, mejor, a lo que pide a gritos que acudamos: autoridad y defensa de maestros, médicos, profesores ¡y agentes del orden! Acudamos a abrirles caminos españoles al lujoso paso de tantos jóvenes perfectamente formados. Acudamos, más que a los huesos de Franco, a los problemas de los españoles de carne y hueso; más que correr presurosos al Valle de los Caídos, acudamos al valle de lágrimas de la situación de muchas familias. Franco puede esperar; la que no puede esperar es una España a la que han montado en un tren y todavía no le han dicho adónde viaja ese tren.

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