Diez años
Los culpables la han dejado sin cementerio y sin flores, y el llanto de los suyos se derrama como si hubiera mil Martas enterradas en la ciudad
En estos diez años, los rabiosos perros de la pena mezclada con la impotencia habrán ido comiéndose las indefensas carnes del ánimo. Desde aquella noche fría, oscura por todas partes, por donde la locura iba y venía de la duda a la sospecha, todo es ...
Artículo solo para suscriptores
Si ya estás suscrito, inicia sesión
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete