COMENTARIOS REALES

Cristina Heeren

Cientos de jóvenes que hoy son maravillosos artistas saben que existe un hada flamenca porque un día se les apareció

Cristina Heeren durante una entrevista concedida a ABC VANESSA GÓMEZ
Fernando Iwasaki

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He recibido con enorme alegría la noticia de la concesión de una de las Medallas de Sevilla a Cristina Heeren, gran mecenas del flamenco pero además del arte, la música, la educación, la cultura, el hispanismo y la conservación del patrimonio, por no hablar de su amor y su entrega hacia los animales, facetas mucho menos conocidas de la personalidad de una mujer que podría estar disfrutando de sus rentas en Biarritz o Nueva York, pero que eligió vivir en Sevilla para enriquecernos con su sensibilidad y munificencia.

Tuve el privilegio de dirigir la fundación que lleva su nombre durante veinte años y puedo asegurar que fueron los más estimulantes, divertidos, provechosos e instructivos de mi vida, porque me permitieron descubrir un arte incomparable, trabar amistad con artistas geniales, conocer Andalucía de un extremo a otro y consolidar mi certeza de que existen personas que consideran un imperativo ético ejercer la filantropía en todas sus expresiones, pues decir que Cristina ha promovido el flamenco se queda corto. No. Cristina Heeren ha sentado las bases de la didáctica del flamenco, ha creado una escuela que es una referencia mundial, ha patrocinado el primer bachillerato flamenco de España, ha restaurado un par de edificios que prestigian nuestra ciudad y ha invertido en todo ello millones de dólares mientras creaba puestos de trabajo y transformaba la vida de cientos de jóvenes que hoy son maravillosos artistas gracias a la pasión de Cristina Heeren. No puedo mencionarlos a todos porque superan con largueza la extensión de esta columna, pero ellos saben que existe un hada flamenca porque un día se les apareció.

Cristina Heeren ha recibido la Medalla de Sevilla, pero también posee la Orden de Alfonso X «El Sabio» porque prestó al Museo del Prado lienzos de Sorolla que jamás habían sido expuestos, así como otras obras de Madrazo y Fortuny. La vida de Cristina podría ser materia de un precioso documental porque Cole Porter componía en el piano de su casa de Manhattan, porque Orson Welles iba a los Sanfermines con ella, porque Cristina le pagaba las copas a Hemingway, porque Julio Cortázar disfrutó de su hospitalidad parisina, porque es la protagonista secreta de «Réquiem por todos nosotros» (Premio Nadal 1967) de José María Sanjuán, porque estuvo en París durante Mayo del 68 y porque innumerables perros, gatos, mulos, caballos, cabras y borricos han vivido de maravilla gracias a Cristina, en ocasiones en albergues aunque casi siempre con ella. El único cocodrilo que podría tropezarme en un piso sin ponerme nervioso sería de Cristina.

¡Enhorabuena, Cristina! Todos en casa lo celebramos.

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