OPINIÓN
Lo inútil
La creatividad es, sobre todo, una manera de expandir los límites de lo posible y de enriquecer nuestras experiencias
La Feria del Libro de Madrid, que estos días llena el Retiro de lectoras y lectores ávidos de citarse con sus autores preferidos, es mucho más que un escaparate de novedades editoriales. Es, sobre todo, una fiesta que celebra la creatividad en su forma más ... pura, esa que no siempre busca una utilidad práctica, pero sí dejar un poso en nuestro interior. En un mundo que valora la productividad y la eficiencia por encima de casi todo, la literatura, por suerte, sigue siendo ese refugio para escapar de la racionalidad y del día a día.
Uno de los ejemplos más extremos de este tipo de creatividad es el legado de Gaston de Pawlowski, un escritor francés de principios del siglo XX que se divertía imaginando inventos imposibles. Sus columnas y relatos describían objetos como el «boomerang que no vuelve», los «pendientes-despertador» o la «máquina para contar las gotas de lluvia». A simple vista, estos artefactos son sin duda absurdos y ridículos. Sin embargo, en su inutilidad reside precisamente su valor porque son, en el fondo, necesarios para nuestro espíritu recuerde que la imaginación es un fin en sí misma.
O basta con releer las obras de Gabriel García Márquez, por ejemplo, para sumergirnos en Macondo y ver llover mariposas amarillas o que un hombre ascienda al cielo en cuerpo y alma mientras tiende las sábanas. En el realismo mágico, lo imposible se vuelve cotidiano y lo absurdo deja de serlo. Y así, a base de frases y palabras, la literatura nos muestra que la realidad puede ser mucho más flexible y sorprendente de lo que creemos.
Y en este contexto, la creatividad es, sobre todo, una manera de expandir los límites de lo posible y de enriquecer nuestras experiencias. Los inventos inútiles de Pawlowski y las maravillas del realismo mágico alimentan nuestra capacidad de asombro. Las conexiones absurdas y las ideas disparatadas nos enseñan a mirar la vida con ojos nuevos y a aceptar que, a veces, lo más necesario para el alma es aquello que no sirve para absolutamente nada.