De vuelta a casa

Otro Carnaval que pasó. Voy de vuelta a casa caminando por mi barrio de Santa María

Nandi Migueles

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Otro Carnaval que pasó. Voy de vuelta a casa caminando por mi barrio de Santa María. Con el sombrero del tipo en la mano y como decía una amiga, con dos perros enganchados en las piernas llevando el peso de un año largo y extraño. Las calles se me hacen estrechas e interminables. No sabía que estuviese tan lejos. Estoy deseando llegar a casa para quitarme este disfraz de diablo y guardarlo en ese cajón del olvido, como se dice cuando quieres descartar algo para siempre. Un año muy accidentado desde los prolegómenos, también durante los ensayos, el Concurso y el propio Carnaval que casi borran las ganas de seguir con esta afición. Por fin llegué a casa. Nada más entrar me quito la chaqueta y las polainas. Qué alivio. Poco a poco me desvisto y por cada prenda que cuelgo voy sacando una leve mejoría a mi alma. Se acabó por fin, pensaba al colgar los pantalones apresuradamente en una percha que encontré a mano.

Fue pasando la tarde y tras la ducha purificadora, la cerveza refrescante y el bocadillo de carne guisada preparado por mi hija que me supo a gloria, la mente empezó de nuevo a sonreír. En un momento estaba analizando los errores cometidos por mí en este Carnaval. La idea no había terminado de gustar mucho, pensaba a la vez que daba el último sorbo a la cerveza, el repertorio no me había salido tan bien como hubiera querido y tengo que volver a mis orígenes antes que descarrile del todo y se me vayan las ganas de seguir haciendo coros de Carnaval. Eso fue lo primero que me vino a la cabeza. Tengo que hacer nuevos fichajes. Gente con ilusión, que contagien al resto del grupo, coristas que empujen con su carácter e ímpetu a los demás. La negatividad fuera, ideas frescas, originalidad y nuevos aires que entren por esas ventanas abiertas para hacer el futuro coro. Casi sin quererlo ya había imaginado cuatro o cinco posibles nombres y tipos para nuestro próximo grupo, había apuntado unos cuantos temas para tangos y pensado en algunos nuevos argumentos musicales para el coro venidero. Cádiz atrapa pensé. La gente foránea con quien te cruzas en estas fiestas te lo reafirma. El Carnaval te atrapa y el Concurso más. Es un veneno sin antídoto, tal vez la vejez y la enfermedad sean los únicos capaces de curar esta patología gaditana.

No sé si será su música o su poesía. Tal vez sea su emoción y el don de su gente. O quizás la sonrisa de mi particular Gioconda, esa que me hace estremecer cuando le muestro mis tangos uno a uno, que junto con el cariño incondicional de los que me quieren de verdad, son los que me obligan a cubrir con pétalos de colores los malos momentos y sinsabores de nuestra afición. Hoy me acuesto cansado, molido a palos. Con cardenales y magulladuras en el cuerpo y en el alma, habiendo perdido en el camino algún amigo y con canas brotadas por la tristeza de malos tragos pero pensando que esa música que oía en la radio podría quedar muy bien para la presentación y que se van a enterar todos para el año que viene, porque con el permiso de los demás, volveré a colocar a mi coro en el lugar que se merece y que no es otro que en el corazón de sus niñ@s y sus aficionad@s.

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