OPINIÓN

Vender Cádiz por 30 monedas

La oferta de pisos turísticos sin ningún control redunda en la caída de la calidad de la ciudad como destino

La Voz de Cádiz

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Dos personas. Mismo destino de vacaciones. Cada uno va contando su experiencia y puede que uno esté muy enfadado porque dio con algún local antipático, porque el alojamiento era malo o porque, le puede pasar a cualquiera, sufrió una intoxicación con algún alimento en mal estado. Y resume su experiencia con un «no vayas aquí, es un desastre». Y puede que el otro interlocutor, en cambio, recomienda ese destino, precisamente, por la calidad del alojamiento, la simpatía de quienes fue encontrando o, quien busca siempre encuentra, las excelencias culinarias con las que se topó. Y su recomendación es la opuesta: «Viaja al sitio tal, es excelente».

Representantes del sector de la hostelería en Cádiz han dado la voz de alarma ante la proliferación de pisos turísticos no regulados que no ofrecen unas mínimas condiciones de calidad. En algunos casos, denuncian, llegan a ser una estafa. Por encima del daño económico que esta competencia desleal supone para los afectados –ya que al no pagar impuestos pueden ofrecer tarifas mucho más ajustadas–, el sector lamenta que se desprestigie el destino Cádiz con alojamientos que invitan al que llega no sólo a no volver, sino a desanimar a todo su entorno. No debe olvidarse tampoco que son estos establecimientos hoteleros tradicionales los que generan empleo y contribuyen a la mejora económica, aunque eso daría para otro editorial.

Los colectivos afectados no sólo han dicho basta, sino que han querido dejar claro que no es su función la de denunciar a quienes no estén respetando la ley. Tienen razón. Bastante tienen con sacar adelante sus negocios en un mercado tan competitivo como el de la hostelería, en donde se engaña al reloj para poder rendir más y en donde la exigencia es máxima. Es el turno de las administraciones, que deben buscar y sancionar a quienes sacan rédito de manera incontrolada de sus hogares. No es tan difícil, los pisos turísticos están a un clic de distancia y son fácilmente localizables. Hay mucho en juego: la seguridad de quienes acuden a estas viviendas, el respaldo a quienes sí cumplen con la ley en lo que a pisos turísticos se refiere y, sobre todo, la imagen de Cádiz, esa tacita que no puede perder el esplendor de su plata por 30 monedas de oro.

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