El Apunte

El triste reinicio de una escuela

Tras tres años de colapso, el gran centro de hostelería abre con carencias materiales y personales

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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El destrozo de la Escuela de Hostelería de Cádiz es uno de los mayores monumentos a la incompetencia y a la desidia que la Junta de Andalucía haya levantado en la capital gaditana. Y tiene varios, alguno tan voluminoso como la residencia Tiempo Libre. Durante más de tres años, este centro que era un ejemplo de inserción laboral y formación de pequeños empresarios jóvenes ha sido desatendido hasta límites intolerables. El calvario de los docentes y trabajadores del centro incluyó un número de meses sin cobrar escalofriante. Muchos no aguantaron. Los alumnos, por su parte, se quedaron sin poder iniciar o proseguir sus estudios. Una fuente de creación de empleo y cultura, uno de los pilares de la gastronomía y el turismo se quedaba sin oxígeno sin más motivo que la incapacidad burocrática.

El Gobierno regional lleva meses anunciando la reapertura del centro y prometiendo el pago de las nóminas atrasadas a sus profesores. Ha fallado varias veces en el anuncio pero parece que, por fin, en la jornada de hoy se producirá el prodigio de regresar a la normalidad perdida durante todo este tiempo. Durante los últimos tres años, la pelota ha pasado de un consejero a otro hasta que la propia administración regional se vio obligada a pedir disculpas por esta situación.

La realidad es que hasta hoy, desde 2012, no ha llegado el momento de abrir un curso con cierta calma en otoño ni el dinero para pagar los salarios.

La Junta de Andalucía, en cualquier caso, no tiene motivos para presumir. No ha cumplido ninguna promesa, no ha hecho más que tratar de recomponer los trozos rotos de una máquina de crear empleo que funcionaba. Y los ha pegado de forma chapucera.

El restaurante del centro sigue cerrado ‘sine die’, faltan numerosos profesores, no se han cubierto bajas que son esenciales y el número de alumnos matriculados ha bajado de forma alarmante, igual que el número de solicitudes. Es obvio que los últimos años no promueven la confianza en la estabilidad y el funcionamiento de un centro que era referencia en toda España. La administración autonómica ofrece soluciones tarde y mal, con años de retraso y desgaste, con carencias clamorosas en lo personal y en lo material. Poco de qué presumir.

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