OPINIÓN

Techo de cristal

Los disparates de naturaleza económica de la época ominosa de ZP, obligaron al ínclito de la Moncloa a ceñirse a las exigencias de Alemania y de EE. UU

Fernando Sicre

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El techo de gasto es de cristal. Si se fuerza o se manipula inapropiadamente se parte. Los disparates de naturaleza económica de la época ominosa de ZP, obligaron al ínclito de la Moncloa a ceñirse a las exigencias de Alemania y de EE. UU, ya que la crisis económica española en 2011 pudo ser catalogada como sistémica y de efectos globales. La primera medida tomada al respecto fue la aprobación por la vía de urgencia del artículo 135. Corrían los calores de agosto y PSOE y PP acordaban algo sensato, que debería ser respetado y cumplido sin necesidad de imponerlo una norma. Esto me lleva a reflexionar en la «economía de la conducta». La teoría económica considera una especie calificada unas veces como ‘homo economicus’, caracterizada porque sus miembros siempre son racionales.

Maximizarían los beneficios en el caso de ser gestores empresariales y harían lo mismo con la utilidad cuando actúan como consumidores. Dada la existencia de restricciones, consideran los costes y los beneficios y ello es la base de sus decisiones. Pero, la vida contempla a las personas reales, que son calificadas como ‘homo sapiens’. Tiene ciertos rasgos del ‘homo economicus’, cuando actúa racionalmente. Sin embargo, en ese compendio de decisiones, la racionalidad es sólo una parte y para muchos una minúscula porción. Es lo que Simon llamaba ‘racionalidad limitada’.

La reforma constitucional de 2011 fue una necesidad, dada nuestra insolidaridad con el resto de países de la Unión. Lo errático de la política económica de entonces, obligó ZP a dejar de contar nubes y por imposición de Merkel y Obama se plegó a la realidad de los hechos, mostrándose como un cervatillo, de ahí su apodo de ‘Bambi’. Todo indica, siete años después, que errar es típico español como la paella.

El precepto constitucional incorpora en su contenido que el concepto de estabilidad presupuestaria y que el pago de la deuda pública fuese lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales, sin enmienda o modificación posible. El precepto resume un posible y potencial comportamiento delictivo a prever, el impago de la deuda. Una evidente trasgresión del principio jurídico en materia de obligaciones, ‘pacta sunt servanda’. Se traduce como «lo pactado obliga», que expresa que toda convención debe ser fielmente cumplida por las partes de acuerdo con lo acordado. Constituye un principio básico del derecho civil y del derecho internacional. «El contrato es ley entre las partes».

No somos de fiar ¿O es que ustedes se fían de Sánchez, que en una misma frase es capaz de decir y desdecirse? Ya Montoro incumplió repetidamente las limitaciones déficit y deuda. Y estos ahora lo van a santificar. Dice el susodicho precepto que todas las administraciones públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria. El Estado y las comunidades autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus miembros. Una ley orgánica desarrollará las previsiones constitucionales sobre déficit y deuda pública.

Precisamente el PSOE ha barajado la posibilidad de derogar la LO 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, base para impulsar el crecimiento y la creación de empleo en la economía española, para garantizar el bienestar de los ciudadanos, crear oportunidades a los emprendedores y ofrecer una perspectiva de futuro más próspera, justa y solidaria. Ello unido a la imposibilidad parlamentaria, hacen insostenible, la pervivencia de la legislatura. La situación roza el gansterismo político. Ya que las decisiones de política económica son plasmadas, reflejando conceptos y cifras, en la LPGE, convirtiéndose así en la ley fundamental de cada ejercicio. Ésta se erige en el instrumento crucial con el que cuenta el Gobierno para encauzar la economía del país. Uno de sus objetivos debiera consistir en inspirar confianza a los operadores. Esto sólo es posible siempre que la formalización de los mismos se fundamente en principios económicos generalmente aceptados y referidos a la racionalidad, eficacia, eficiencia, equilibrio presupuestario y fuente de inspiración de la necesaria seguridad jurídica.

Sánchez, con similitudes identitarias con los coleópteros y otros bichos voladores, por eso del Falcon, deja entrever por sus hechos las contradicciones de quien se siente socialista, pero en realidad ha pasado a ser «sociolisto». Además de sus pretensiones en materia económica y sus erráticos planteamientos en orden a la política territorial, sólo atestiguar el daño en lo político de manera palpable y quizás irrecuperable. En lo económico, una vez más y siguiendo la pauta comenzada en 2007 con ZP en estado puro, o sea un ejemplar de cervatillo, cuando la crisis era más que evidente, formalizó unos Presupuestos cuya base fáctica, que debieran ser un cuadro macroeconómico, verosímil y ajustado a la realidad, no se sustentaba, por apartarse de la realidad de los hechos.

Ahora Sánchez, desde las nubes, cual libélula o mosca verde, son las cosas de pertenecer a la ‘jet set’, ha pasado a integrar por méritos propios ese grupo de ricos, que participan en actividades sociales habitualmente inalcanzables al común de los individuos. Éste termina rompiendo el techo de cristal desde el que su camarada divisaba y contaba nubes.

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