OPINIÓN

Talento de ‘Cadi Cadi’

Los premios atréBT! de la UCA demuestran que nuestro acento puede servir para explicar proyectos científicos punteros

ANDRÉS G. LATORRE

Lo confieso para quien no me conozca porque quien me probó, me sabe. Soy un gran sieso, un pedazo de malaje, un ‘saborío’ (hay quien escribe ‘esaborido’ o, dando una cabriola lingüística que haría que Pérez-Reverte sacara el florete, ‘desaborido’) y la cosa va a peor. No me doy importancia, nos pasa a todos. Si viviéramos mil años seríamos exponencialmente sabios pero infinitamente insoportables. Tampoco hay que rasgarse las vestiduras por eso, los años van sellando cicatrices en nuestro pasaporte y a nadie le gusta tener el alma cosida a churretes. Pero al grano, me reitero en que soy un gran cascarrabias y una de las cosas que llevo mal es el tópico del paisano gracioso (aunque en mi juventud, malversando, también imposté el acento para abandonar nocturnas soledades y quien esté libre de pecado, que tire el primer cuplé), aunque el que me enfurece es el del gaditano ignorante. Los cantantes que se ufanan en no entender una explicación «porque soy de Cadi Cadi» o el humorista que ampara su incultura o picaresca remitiéndose a una arcana patria patria llamada ‘Cai joé, el barrio’.

Esta semana, en la Universidad de Cádiz, se ha hablado con acento gaditano. Veinteañeros con dioptrías y camisas compradas para la ocasión mezclaban su acento sureño con conocimientos de ingeniería, acompañaban sus ausencias o prevalencias de ‘ces’ con unos conocimientos de mercadotecnia que dejaban boquiabiertos a los miembros del jurado de los premios atéBT! que conovoca la Universidad para buscar ideas innovadoras que puedan cristalizar en una empresa. Alumnos e investigadores de la UCA, con un aire tan gaditano como un Columela o como un Alberti, dejaron claro que esta patria de fenicios y parados es capaz de exportar talento si se le da la oportunidad. Y no porque lo diga yo que, aun gaditano, soy el más tonto de la clase y un especialista en romper relojes por cuenta ajena. Plataformas como ‘La 11mil’, que aglutina a gaditanos que han triunfado en sus profesiones, luchan para que además de en el bufonesco discurso de la pereza y la ignoracia orgullosa, el ‘quillo’ y el ‘bastinazo’ se oigan en los precisos proyectos punteros que preparan el mundo del mañana.

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