El Apuntem

El puerto de Cádiz pasa por Barcelona

Aprender de las experiencias de otros parece un paso inteligente

La Voz de Cádiz

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A veces conviene irse lejos para tener perspectiva. Para ganar campo de visión y distancia para ubicar cada objeto y cada momento en su lugar. Hasta Barcelona, como antes hasta Málaga o Bilbao, se fueron ayer empresarios y dirigentes institucionales gaditanos para conocer cómo fue aquello de integrar el puerto en la ciudad. En esas ciudades, la experiencia ha sido un éxito, siempre parcial, con sombras de las que aprender y beneficios que tratar de emular. Aunque la capital gaditana vaya con retraso, sabe que esa remodelación es una de las mayores y de las últimas que puede hacer en su casco antiguo. Cádiz vive con cierta distancia, social que no geográfica, uno de sus mayores debates urbanísticos.

La eliminación de la verja del puerto y la reutilización de hasta 300.000 metros cuadrados liberados de suelo portuario suponen una de las mayores oportunidades de remodelación y expansión que tiene un municipio constreñido sin periferia ni alrededores a los que asirse. De ahí que esta conversación entre ciudadanos, empresas e instituciones sea esencial para la capital. No tendrá muchas ocasiones más de crecer en este siglo, menos aún en tales proporciones. Por lo tanto, conviene oír a todas las partes, también las experiencias de otros, andaluces, vascos o catalanes, despojarse de prejuicios y de la creencia de que la razón está de nuestro lado. Probablemente, lo más conveniente para los gaditanos salga de una combinación de las necesidades y advertencias de todas las voces. Como premisa, resulta conveniente recordar que la liberación del suelo que transcurre en paralelo a la zona de Tres Carabelas y plaza de la Hispanidad queda descargada de funciones portuarias por la entrada en funcionamiento de la nueva terminal de contenedores. A partir de ahí, falta saber cual es su mejor uso nuevo.

Las empresas portuarias hacen bien en recordar los peligros de dar un exclusivo uso cultural, comercial o como aparcamiento a toda la zona y la que aparecerá tras la valla junto a Canalejas. La actividad portuaria es esencial, aún menguada, para la capital gaditana. Renunciar a darle espacio y capacidad material es resignarse a perderla. Los ciudadanos también atinan al resaltar que la capital gaditana necesita servicios pero han de entender que no todo el espacio puede tener esa finalidad, supondría que la ciudad se traga al puerto. Tan desaconsejable como lo contrario.

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