EL APUNTE

La lucha sin final

En días como ayer, todos volvemos a recordar que habitamos un territorio fronterizo, paso entre continentes y mares, que está condenado a vivir con muchas servidumbres

La Voz de Cádiz

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En días como ayer, todos volvemos a recordar que habitamos un territorio fronterizo, paso entre continentes y mares, que está condenado a vivir con muchas servidumbres. Una de ellas es el tráfico de estupefacientes. Nada menos que nueve toneladas de cocaína en la incautación más cuantiosa de la historia de esta lucha que ahora se antoja eterna. Nunca se había interceptado tal cantidad y al margen de las felicitaciones, es imposible dejar de pensar en la droga que entra en alguno de esos gigantescos envíos que no pueden ser interceptados.

Dicen los expertos que por cada kilo que se frena, pasan tres o cuatro por un punto fronterizo. Si ese cálculo se multiplica por miles de kilos, las cifras asustan. La lucha es inevitable pero la realidad es ineludible. Cádiz es la puerta más grande de entrada de hachís para toda Europa, estar a 14 kilómetros del segundo productor de esta droga del mundo es lo que conlleva. Y el hachís lleva al paso de otras sustancias porque todas utilizan las mismas vías, todas sirven a las mismas mafias. Por esta razón, las fuerzas de seguridad del Estado trabajan exhaustivamente en la zona para evitar que los narcotraficantes campen a sus anchas por la provincia y, gracias a esto, las operaciones policiales se desarrollan diariamente dando como resultado la incautación y encarcelamiento de algunos de estos delincuentes. Los hechos conocidos ayer lo demuestran con claridad. El problema surge cuando hay más manos dispuestas a traficar que agentes disponibles para la persecución. Cuando son demasiados los que llegan a los juzgados desbordados. Las salas saturadas de los municipios se ven muchas veces incapacitadas para asumir los largos y complejos procesos que suponen este tipo de casos, sobre todo, por el alto número de personas que suelen estar imputadas. Como consecuencia, al final, los que terminan yendo a prisión son los eslabones más pequeños de la cadena, los que son más fácilmente sustituibles, por lo que los jefes de las redes siguen impunes.

Para solventar esta situación, colectivos, fiscales y fuerzas de seguridad insisten al Gobierno en la necesidad de instaurar más juzgados especializados en narcotráfico, que dedique todo su tiempo y esfuerzo a procesar a todos los miembros de estos grupos. Gracias a estos órganos se agilizarían los procesos. Si se quiere terminar de una vez con gran parte de esta lacra, no se puede hacer oídos sordos a lo que demandan los que más saben del tema.

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