OPINIÓN

La Junta repite curso

Las deficiencias y las carencias en los centros educativos son demasiado frecuentes para ser casuales

La Voz de Cádiz

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Podría parecer una anécdota molesta, una incomodidad pasajera pero la reiteración la convierte en algo más. La multitud de incidencias y protestas que se han producido durante los últimos cursos arrojan una suma demasiado grande. No puede ser producto de la casualidad, ni de negligencias esporádicas y aisladas. Hablamos de decenas de alumnos que se asan –y no es el primer año– en clases sin ventilación en las últimas semanas del verano y las primeras del otoño. Unos meses más adelante, serán otros que pasen un frío terrible en las aulas, hasta el punto de plantarse y buscar ventiladores en el estío y mantas o abrigos en el venidero invierno.

Estos episodios, demasiado frecuentes, deberían llevar a la Junta de Andalucía a replantearse su política de recortes en materia educativa, pues es evidente que están creando un clima de malestar cuyo principal perjudicado, al final, es el alumno. Aunque la administración andaluza es experta en manejo de información de masas, por más que haya tratado de achacar los malos usos presupuestarios a Madrid o a Bruselas, la sanidad y la educación dependen exclusivamente de sus dirigentes. Y en esas dos materias clave se acumulan buena parte de las quejas de unos usuarios que perciben un deterioro galopante en los servicios. Ahora son centros educativos con funciones indeseadas como hornos o congeladores de niños o adolescentes.

No basta con decir que los recortes son necesarios o negarlos en vano. Obviamente, en los últimos años se ha impuesto la austeridad. Pero hay que saber administrarla. Y la Consejería de Educación no sabe hacerlo. El malestar del alumnado y el profesorado es patente. Pasa un curso tras otro y estas escenas se repiten para bochorno de la comunidad. Y estos episodios deben añadirse a otros, menos visibles, cotidianos, como la disminución de profesores en los centros educativos. La máxima de 25 alumnos por clase, hasta hace poco sagrada, ya no lo es tanto. Prácticamente un día sí y otro también, hubo el pasado curso una protesta a la puerta de la sede de la plaza Mina. Cuando no eran alumnos del Conservatorio, de Secundaria de cualquier centro.

Demasiadas veces para tratarse de las dificultades propias de un área tan delicada como la educativa. Las carencias son demasiadas, en demasiados lugares, demasiadas veces. Ha llegado el momento de solventarlas, de los hechos. Basta de discursos, cifras y palabras cursis.

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