Carmen Moreno

Festivales Noir

En España cuando dices «festival» lo primero que se te viene a la cabeza es Eurovisión

Carmen Moreno
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En España cuando dices «festival» lo primero que se te viene a la cabeza es Eurovisión. Si dices «literatura», desde luego, la gente que no lee no piensa en festival porque, en el fondo, esa palabra tiene connotaciones de diversión y la literatura para ese público, no lo es. Obviamente, no se han acercado nunca a Barcelona Negra, Semana Negra de Gijón, Getafe Negro, Pamplona Negra y un largo etcétera que, por suerte, va creciendo cada año y tomando las calles de nuestras ciudades.

Estos días se ha celebrado en Granada el festival de novela negra, Granada Noir. Algunos pensarán, como apuntó Lorenzo Silva, que hay demasiados festivales de novela en España, pero seguro que, como también apuntó el escritor madrileño, ninguno cree que hay demasiados campos de fútbol.

Los festivales se perciben como algo hecho por escritores para escritores, pero no es así. El de Granada se ha desmarcado de lo tradicional. Los autores no van a hablar de su libro (que también), sino a charlar de temas que interesan al lector y al no lector. Se celebra la necesidad de contar historias, ya sea en formato cinematográfico o literario; se pasea por el lado más morboso del ser humano, ese que a todos nos hace sentir fascinación a la vez que horror por los monstruos más sanguinarios, los crímenes más atroces.

Y, de cualquier manera, no conozco a nadie que se queje cuando va a un estadio de fútbol y lo único que encuentra es a veintidós hombres en pantalón corto corriendo tras un trozo de cuero esférico porque saben a lo que van. Acudir a un festival literario es como ir a ver al Barça o al Madrid, una cuestión de amor por lo que se muestra. Y sigues a tal o cual escritor y eres fan de esta novela o de aquella otra. No te pueden gustar todos, como no te pones la camiseta de toda la primera división española.

Yo celebro los festivales Noir, como celebro el fin de año: como un punto de encuentro para el renacimiento de nuevas historias. Y los celebro porque hacen lo que la literatura ha hecho desde siempre: salir a buscar al lector, cogerlo por las solapas y, con voz de Humphrey Bogart, decirle aquello de: «Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. Sabes silbar, ¿no? Juntas los labios y soplas». Porque esa es la grandeza de la literatura, no espera nada más de ti que tu complicidad.

Este ha sido el segundo año que Granada, bajo la batuta de Jesús Lens y Gustavo Gómez, arroja a sus calles las historias mejor contadas, los escritores más negros. Espero que tan sólo sea el segundo de muchos.

Larga vida, compañeros.

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