OPINIÓN

El contraste de Podemos

La convocatoria electoral exhibe el contraste entre la estrategia regional y la local en la formación

La Voz de Cádiz

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Los dirigentes del diverso colectivo político agrupado bajo el nombre de Podemos tienen en Andalucía, y en Cádiz, pertenecen al sector formado por el partido Anticapitalistas. Esta sección es, a tenor de sus postulados y sus declaraciones, la más radical dentro de esa amalgama social de izquierdas surgida del fenómeno conocido como 15M. A menudo, en sus primeros meses en la Alcaldía en el caso de la ciudad de Cádiz y aún hoy en el caso de Parlamento de Andalucía, sus declaraciones son las más inflamadas entre las que se pueden encontrar en el espectro político de Podemos. José María González Santos o Teresa Rodríguez, entre otros, han sido los más insistentes en el uso de aquel viejo recurso de «la casta», ya casi olvidado, en la ridiculización del «régimen del 78», en la generalización de todos los dirigentes de PP o PSOEcomo despreciables y corruptos, al igual que los medios de comunicación. Todos los representantes, todos los periódicos o emisoras tienen intereses creados, un nivel ínfimo, casi que le dan pena.

Este discurso, repetido en decenas de ocasiones, esa carga peyorativa contra todo lo diferente y contra todos los que discrepan se ha suavizado sólo en los últimos meses y exclusivamente en la ciudad de Cádiz, donde el poder institucional obliga forzosamente a una mesura inevitable cuando se ocupa una responsabilidad ligada al poder político. Han bajado los símbolos, los gritos y los gestos de cara la galería porque dentro de nada hay que pedir muchos votos. Y perpetuarse en el poder es el objetivo eterno de todo grupo político de todos los tiempos y sistemas.

Pero esa actitud, lejos de suponer un acercamiento, supone un contraste llamativo, de consecuencias por descubrir. Ahora que la presidenta Susana Díaz ha convocado elecciones autonómicas para el 2 de diciembre, Podemos en Andalucía está obligada a radicalizar su oposición, ya radical. Mientras, en Cádiz debe templar sus ánimos para mantener el distanciamiento de ida y vuelta con un PSOE al que necesita. De hecho, el alcalde tiene el bastón de mando gracias a los socialistas. Un brusco enfrentamiento local supondría un sometimiento a las estrategias regionales. A la inversa, no cabe pensar en una flexibilización para colaborar con una capital de provincia que nunca interesó al PSOE. Nadie tiene derecho a sentirse sorprendido. Los que se hacen los nuevos partidos es lo que siempre hicieron los antiguos, a los que estos recién llegados despellejaban hasta hace apenas un cuarto de hora.

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