El Apunte - OPINIÓN

Carretera hacia el futuro

El aniversario de su apertura fija el segundo puente como una obra magna, adelantada a su tiempo, que habría sido imprescindible en 15 años

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Ha pasado un año. Volando sobre la Bahía como el trazado de ese puente magnífico que situó a Cádiz en el mapa de las grandes obras de ingeniería de Europa. Un año desde que se abriera al tráfico y se formaran atascos –que por entonces temimos crónicos– por tal de conocer al coloso, por pasarle por encima y ver los nuevos paisajes que regalan su altura, su trazado y su magnitud. Habían pasado ocho años de obras, 15 si se le añaden los imprescindibles trámites burocráticos y de proyecto. Más de 30 desde que se pensara por primera vez.

Habían pasado 511 millones de euros y tres parones que hicieron temer por un retraso brutal que no existió. Al final, todas las cifras, por escandalosas que parezcan, eran previsibles, están en la media razonable de lo que precisa una construcción histórica de tal magnitud.

En este año, la normalidad ha sido la nota dominante. El tráfico se ha dividido casi exactamente entre los dos puentes que unen a Cádiz con la Península. Los atascos y los problemas apenas han aparecido. Los únicos lunares son las avenidas de Huelva y Astilleros, llamadas a canalizar el tráfico que llega del nuevo viaducto. No estaban preparadas cuando se abrió. Siguen sin estarlo y forman embudos que deben aliviarse cuanto antes.

Pero al margen de los inconvenientes (más que previsibles desde la década anterior y solventables) es momento de destacar el gran avance, el progreso que supone un acceso que ya es útil y que dentro de 20 años habría sido imprescindible. Para entonces, habría sido tarde. Cádiz, por una vez, se adelanta al tiempo y establece otro vínculo con la tierra que no tiene, con el suelo que le falta. El segundo puente de Cádiz nunca caerá en desuso. Es más, cada vez será más usado, más protagonista. Es una obra gigantesca impulsada por los que creen que es preciso pensar a lo grande para no quedarse en lo pequeño. Nadie se preguntará nunca, ni una vez –cuando ya cumpla dos, tres, cuatro años desde la inauguración– para qué se construyó. Es y será una vía de comunicación nueva, práctica y utilizada, en el presente pero sobre todo para el futuro. Es la unión de Cádiz con la modernidad, con el siglo XXI, con Europa y con un futuro mejor.

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