Chiclana como metáfora de la recuperación del turismo internacional

Uno de los ámbitos económicos en donde Chiclana ha resistido como ninguna es en el del turismo. La población tiene la mayor planta hotelera de la provincia y una de las más prestigiosas de Andalucía. Ha sabido vender la localidad a los amantes de la naturaleza, del patrimonio y del deporte y es frecuente que los equipos de la gélida Europa establezcan un poco más allá del río Iro sus cuarteles de invierno en los descansos de sus competiciones. Antes de que llegue el verano, los amantes del golf de todo el mundo saben que tienen en este rincón uno de sus paraísos.

Como suele suceder en la provincia de Cádiz, tienen que ser los de fuera los que más valoren nuestras posibilidades. En el caso de este destino, los británicos y, sobre todo, los alemanes, se han vuelto incondicionales de las instalaciones y el patrimonio natural que ofrece el municipio. Una vez caídas las severas restricciones del coronavirus, los turistas no se lo han pensado dos veces y están volviendo a elegir Chiclana como el destino para reencontrarse con la mejor parte de ellos mismos.

Pero por encima del propio beneficio económico que esta llegada de turistas traerá a la localidad y en derredor de ella, hay que extraer la enseñanza de la importancia de conservar la calidad en el destino turístico amparado bajo la marca Cádiz. El trabajo bien hecho de los hosteleros ha hecho que, en el momento en que han podido, los turistas extranjeros nos vuelvan a elegir como destino.