Aficionados del coro

Casi toda la afición está centrada en cinco o seis comparsas y cuatro o cinco chirigotas

Nandi Migueles

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De todos es conocido que a la gran mayoría de aficionados a las coplas de carnaval gaditano les importan un pito carnavalesco lo que hagamos los coros en el Concurso y de cómo de buenos o regulares sean nuestros repertorios. Casi toda la afición está centrada en cinco o seis comparsas y cuatro o cinco chirigotas. Las comparsas ganaron el pulso a las demás modalidades. Son las preferidas en el certamen y solo alguna que otra chirigota tiene el beneplácito de obtener también ese privilegio ante los aficionados. Hoy en día salir en uno de éstos grupos es como si te tocase la lotería. La gente pierde el plumero por pertenecer a uno de ellos. Salir en coros sin embargo resulta cada vez más ingrato. Es como devaluar tu voz al pertenecer a grupos cuyas únicas y escasas finalidades son intentar ganar un premio y divertirte con tus compañeros en la calle. Los coros últimamente disfrutamos de una afición concreta, no de masas. Solo en pleno Carnaval y en los carruseles es cuando palpamos a esos grupos de fieles seguidores haciendo penitencia debajo de nuestras bateas. Los simpatizantes del coro en general suelen ser personas de mente abierta. No son seguidores acérrimos de un grupo en particular. Aunque tengan su corazón y predilección por alguno en especial, no suelen criticar ni menospreciar al resto de los demás coros. Suelen salir de sus casas en Carnaval con la pretensión clara de escuchar a todos los máximos posibles y van buscando por los distintos recorridos a cada uno de ellos. Quieren disfrutar además y aparte de sus preferidos, con la diversidad de estilos que ofrecen el resto de grupos. Nuestros aficionados escuchan también con gusto a comparsas y chirigotas estrellas no crean. Les encantan las ilegales y disfrutan con cualquiera que haga Carnaval en la calle. Intentan ayudarte cuando ven que precisamos de algo. Te ofrecen viandas, bebidas y un calor especial a tu alrededor que hacen que nuestras voces resistan durante las muchas horas que dura cada carrusel. El aficionado al coro no es un patógeno ni ultra de la fiesta. No es un forofo que se ciega en su agrupación sin valorar al resto, no es aquel enfermizo que no permite ni la más mínima crítica hacia su grupo venerado. Nuestros seguidores acompañan y disfrutan con todos los coros en su travesía callejera y saben agradecer el esfuerzo que hacen éstos por sacar su agrupación a la calle. Reconocen que una vez transcurrido febrero pasarán a mejor vida carnavalescamente hablando. Saben que nadie contará con ellos para grandes eventos profesionales, ni grandes programas de televisión excluyentes y mucho menos para grandiosos contratos de festivales locales inspeccionados, e inclusos regionales o nacionales fiscalizados. El aficionado a los coros lleva en sus ojos el amor al tango, a Cádiz y a las raíces del la verdadera copla del carnaval gaditano. Transportan en su sangre la herencia de sus abuelos y disfrutan con solo oír el compás de palmas que hacen nuestras orquestas como introducción a nuestros tangos. Los coristas nos damos por satisfechos con eso. Que no nos falte nunca esos aplausos que brindan nuestros aficionados y que hacen sentirnos dioses y dueños de la calle al menos por esa semana que subsiste nuestra efímera gloria.

Un coro es algo más que un grupo de personas que ensaya un repertorio para un Concurso o para ganar lícitamente una compensación económica, es la génesis de nuestra fiesta.

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