OPINIÓN

Tierna y dura: madre natura

Desde el año pasado, aparte de recordar a las víctimas, se ha saneado y restaurado, en gran parte, las zonas destruidas, pero siguen creyendo los que deciden, que han hecho lo suficiente

Hace poco anduvimos otra vez por Pompeya. Contuvimos el aliento en el Museo Arqueológico de Nápoles comprendiendo como, junto a Herculano, fueron amortajadas en envolturas de cenizas con los estertores del Vesubio hace 1.946 años. Musealizadas hoy pero arrasadas para siempre. Nunca se reconocerán los desastres naturales, hasta que no se entienda que este minúsculo planeta del universo, torque y sereno, es un artefacto peligroso de continuos movimientos. Ella: Tierna Madre Natura, siempre nos avisa donde no debemos estar. A pesar de ello, sigue viviendo allí al lado la otra Pompeya.

Cumplimos hoy un año exacto de la calamitosa DANA del Levante. Un sunami que barrió la Vega del Júcar contra las ciudades dormitorio de las huertas de Valencia, tremendamente brutal y que se llevó 229 vidas. Los lodos ya hablaron hace tiempo de su expuesta situación. Como dijimos hace un año, los informes alertaron porque, como un cercano volcán, los ciudadanos siguen estando allí en peligro. Citamos a Vitrubio, arquitecto de Augusto, que nos dijo en el 27 A.E. en sus 10 Libros de Arquitectura, -un siglo y pico antes de lo de Pompeya-, que las ciudades deben alejarse de lugares donde ella: Dura Madre Naturaleza, se expresa con crudeza, nos reprende y mata, por nuestras osadas ocupaciones.

Desde el año pasado, aparte de recordar a las víctimas, se ha saneado y restaurado, en gran parte, las zonas destruidas, pero siguen creyendo los que deciden, que han hecho lo suficiente. A cambio sin el menor rubor, ni han iniciado obras necesarias para la contención ni los desvíos, frente a futuros episodios. Sabemos domesticar con la ingeniería y la arquitectura los sitios y parajes que habitamos, pero la cordura y la responsabilidad siguen estando muy lejos.

Esperemos que no vengan lluvias catastróficas, aunque sabemos que vendrán cada vez más fuertes y en esa zona: especialmente abundantes. Como en Nápoles, los surtidores de daños siguen estando cerca y presentes, igual que nuestro contumaz olvido y desverguenza. Salud.

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