Editorial ABC

La tarea del centro-derecha

La desaparición del Partido Popular en el reparto de escaños en el País Vasco es una noticia pésima, agravada por el progreso de los proetarras

ABC

Uno de los resultados más lesivos del PP en las elecciones del 28-A es el obtenido en el País Vasco, donde no alcanzó uno solo de los dieciocho escaños en liza. En los comicios de 2016 logró dos actas, pero esta vez tanto la división del voto constitucionalista de centro y derecha, como la movilización del electorado nacionalista -cercano al 48 por ciento que suman PNV y Bildu- han dejado a cero el casillero de los populares. En conjunto, PP, Cs y Vox sumaron el 28-A menos votos que en 2016, y sólo el partido de Abascal mejoró sus resultados, con beneficio cero para sí y para los principios que decía representar, compartidos con PP y Cs en lo básico, es decir, la unidad nacional y la vigencia de la Constitución. Las razones de este resultado desastroso del PP no pueden hallarse en el supuesto giro a la derecha de su actual dirección, porque en tal caso habría beneficiado a Cs, lo que no ha sucedido, y no a Vox. Además, no ha sido un resultado súbito, sino la aceleración de una tendencia anterior. Las causas de estos resultados radicarán, como es obvio, en fallos de estrategia y de comunicación, de candidatos y de mensajes, pero no son suficientes para explicar por qué no recibe el reconocimiento de los vascos el partido más abatido en la lucha contra ETA y bajo cuyos gobiernos de 1996 a 2004 quedó la banda herida de muerte.

Gran parte de la sociedad vasca quiere seguir mirando a otra parte cuando se habla de ETA y del pasado terrorista. Incluso el votante de izquierda no nacionalista, también azotado brutalmente por el terror, se siente molesto cuando oye que está pendiente la derrota social e histórica de ETA, porque esa izquierda también quiere pasar página, aunque sea a costa de que la escriban los propios etarras. Este fue el significado de los abrazos del socialismo vasco a Otegui. La «normalización» consiste en silenciar las voces molestas, que son las que recuerdan que homenajear a terroristas es una infamia que recae sobre la sociedad vasca en su conjunto, porque lo consiente y no se rebela. La «normalización» en el País Vasco es hablar mucho de abusos policiales, incluso con esa ley apoyada por los socialistas, porque así ETA irá ganando enteros como bando de una guerra y los perderá como el hatajo de criminales que realmente fue.

Todas están razones no obstan para que el PP haya cometido errores de estrategia evidentes y de bulto, el primero no aprovechar su estancia en el Gobierno para reforzar la presencia del Estado en el País Vasco. Aunque la marcha atrás de tanto terreno sea difícil, sigue siendo esencial recuperar parte del mucho apoyo perdido, no solo en esa comunidad autónoma, sino en toda España. Ayer, tanto Casado como Núñez Feijóo apelaron al espíritu de la remontada, a recuperar unidad, esencias y mensajes eficaces tras el enorme chasco del 28-A. Es urgente que así sea.

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