Sánchez no aprende ni de sus errores

Es incomprensible que el jefe del Ejecutivo reincida en la vía del diálogo, fracasada como dijo Borrell, tras los desprecios de Torra. Quizá Sánchez pueda aguantar más humillaciones, los españoles, no

ABC

Los juegos de cinismo que se traen entre manos Pedro Sánchez y Joaquím Torra terminarán por hastiar a toda la sociedad española. Después de que el presidente del Gobierno decidiese mantener en Barcelona la celebración del Consejo de Ministros del día 21, pese a la amenaza de ser boicoteado con violencia, Sánchez se descolgó ayer con una inédita oferta al chantajista Torra: la de ofrecerse a mantener una reunión entre ambos, complementaria a la cita del gabinete del Gobierno. El gesto de Sánchez muestra una generosidad extrema con quien apela a alcanzar la independencia por vías bélicas es tanto como arrodillar al Estado de Derecho ante quien lo quiere destruir. Sánchez aún no ha aprendido ni una sola lección útil desde que llegó a La Moncloa, y no parece estar al tanto de que nada hay que dialogar con quien nada quiere dialogar. Pocos minutos tardó Torra en replicar a Sánchez que no quería verle si no era para hablar de autodeterminación de Cataluña y pactar un referéndum ilegal.

Es incomprensible que Sánchez se preste a este juego después de comprobar la dureza con la que ha sido castigado el PSOE en las elecciones andaluzas, y de ver en pie de guerra a los «barones» de su partido, temerosos de un efecto contagio. Más aún, Josep Borrell ha sido taxativo al afirmar que han fracasado la vía del apaciguamiento con la Generalitat, y la del buenismo claudicante con los separatistas solo porque permitieron a Sánchez derribar a Mariano Rajoy. Hoy, Sánchez está solo con sus 84 escaños, empecinado en forzar la aprobación de unos presupuestos imposibles, y obsesionado con prolongar la legislatura artificialmente, aunque eso le cueste al PSOE perder el crédito que le queda en muchas autonomías de España.

Torra no merece ser recibido por el presidente del Gobierno español, salvo si es para arrepentirse de su conducta golpista, de sus llamamientos a la violencia, o de promover y justificar la ilegalidad. O salvo si es para pedir perdón a todos los catalanes por la fractura social abierta, por la estigmatización de todo aquel catalán que no sea separatista, y por el daño brutal a una economía diseñada para ser uno de los motores de España. Los adjetivos para calificar la irresponsabilidad de Torra se agotan en la lengua castellana. Pero su suicida error de arrastrar a Cataluña hacia un abismo político no puede ser en ningún caso acompañado por Sánchez, cuya obligación como presidente del Gobierno de todos los españoles no es precisamente la de incurrir en cesiones humillantes hasta el límite. Celebrar el Consejo de Ministros en Barcelona es digno de elogio, no una provocación. Pero ofrecerse para blanquear la imagen de un hoolligan del golpismo como Torra carece de sentido y es ofensivo para muchos españoles.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación