Las pequeñas cosas

«La mejor forma de integrar sería que el que pierda se vaya a su casa y deje al ganador elegir su círculo de confianza»

Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría EFE
Ignacio Camacho

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«No me preguntes quién va a ganar porque nadie lo sabe, y menos que nadie los candidatos. Soraya cree contar con más de dos mil votos y Pablo con otros tantos. Sólo que… sólo son tres mil compromisarios, de modo que una buena parte está prometiendo lo mismo a ambos bandos. Esto es como la candidatura a los Juegos Olímpicos, en la que el pobre Gallardón se llevó tres batacazos porque creía en la palabra de los miembros del COE y se presentaba en la votación creyendo que tenía el triunfo amarrado. Al final, los delegados van a decidir según sus propias expectativas o sus relaciones particulares con el aparato. Ten en cuenta que cuando alguien se presenta como apoderado suele ser porque tiene aspiraciones de mayor rango. Ir en listas, o formar parte de comités locales o provinciales, o cualquiera de esas cosas, a menudo pequeñas, que en política te hacen sentirte destacado. Y cuando llega el momento de decidir piensas en cómo te va a ir a ti con tal o cual liderazgo. En ese sentido intuyo que Santamaría puede ofrecer más garantías y que algunos temen que Casado, con el respaldo de los más jóvenes, ponga toda la estructura boca abajo».

«Por eso era importante el procedimiento, que a los más oficialistas les parece lo de menos. Esto había que haberlo hecho en una doble vuelta con el mismo censo. Mucha gente que ha votado tiene la sensación de que su voto se desvirtúa, que vale poco, que el partido desconfía de ellos y les impide participar en la decisión crucial, la que tiene efecto. Yo no sé si va a haber más primarias, porque noto mucho miedo, pero si las hay tienen que hacerse con un método más directo. Es muy sencillo: o nos lo creemos o no, pero lo que no sirve es este sistema intermedio en el que la criba la hacen los afiliados para que luego resuelva el congreso. A algunos, bastantes, sí nos importa la legitimidad del proceso porque si queremos de verdad actualizar esta organización hay que asumir ciertos riesgos».

«Y, bueno, esta matraca de que se rompe la unidad interna no pasa un mínimo examen. Si no hay consenso, y salvo con Feijóo no lo había, pues se consulta a las bases. Se supone que todos formamos parte del mismo proyecto –¿o no?– y no pasa nada porque unos pierdan y otros ganen. Lo mismo te digo de la integración: sería deseable pero no conviene obsesionarse. Es más, yo pienso que la mejor forma de integrar sería que el perdedor o perdedora se vaya a su casa y deje al elegido las manos libres para establecer su círculo de lealtades. Que el vencedor se organice primero con su equipo de confianza y luego ya decidirá a quién más llama, pero sin exigirle cuotas ni porcentajes. En política se integra desde el poder, y no siempre, fíjate en Sánchez. El problema, del PP y de todos los partidos, es que muchas personas se acostumbran a vivir de los cargos, aunque sean internos, y le toman un pánico cerval a la calle…».

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