Editorial ABC

Pactar lo sustancial no basta

Fue una pésima noticia que Rajoy y Sánchez no pudiesen concretar ni escenificar más su unidad con un mensaje más contundente

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A priori, es una buena noticia que Mariano Rajoy y Pedro Sánchez hayan retomado el contacto perdido hace un año, cuando su última reunión fue inservible. Rajoy lidera al partido del Gobierno, y Sánchez al de la oposición, y los dos tienen en la Constitución el referente y la garantía de nuestro Estado de Derecho. Por eso, también es una buena noticia que ambos coincidiesen «en lo sustancial» porque no cabe un referéndum ilegal para la secesión. Sin embargo, haber hecho hincapié en que solo están de acuerdo en lo «sustancial» permite concluir que no hay acuerdo en los detalles. Por eso sí fue una pésima noticia que Rajoy y Sánchez no pudiesen concretar ni escenificar más esa unidad con un mensaje común más nítido y contundente.

De hecho, son de sobra conocidas las reticencias de Sánchez a adoptar medidas de índole coercitiva contra la Generalitat, y su rechazo -división interna en el PSOE incluida- a la hipotética aplicación del artículo 155. La conclusión de la reunión es positiva solo si, como se dice coloquialmente, no se desciende a los detalles. Sin embargo, para resolver el chantaje independentista al Estado sí es obligado llegar al fondo con toda la crudeza que exige la situación y sin síntoma alguno de debilidad.

El PSOE sigue sin llegar al fondo de la cuestión. Al menos públicamente, tal y como sí han hecho con meridiana claridad dirigentes como Felipe González o Alfonso Guerra. Sánchez rechaza la ruptura de España, pero abre debates innecesarios sobre la plurinacionalidad, generando confusión y dulcificando con palabrería hueca su falta de criterio. Sánchez quedó en evidencia no hace muchas semanas demostrando que no tiene claro qué es una nación. Hoy, y dado el calado del desafío separatista, debería aclarar todas sus dudas y resolver las discrepancias internas y ambigüedades que existen en el PSOE sobre el modelo de Estado, la protección de la soberanía nacional, la unidad de España, el derecho a decidir, ese extraño concepto que tiene sobre la pluralidad de naciones y, en última instancia, su difusa quimera del estado federal. Llegados a este punto, es digno de elogio que Rajoy y Sánchez se hayan reunido casi tres horas. Hace falta una unidad de acción sin fisuras frente a la Generalitat. Pero es de un buenismo infantil exigir a Rajoy que abra «una vía de diálogo» con Puigdemont, porque nada se puede dialogar con quien nada quiere hablar. El independentismo no quiere pactar, sino imponer un régimen autoritario capaz de purgar, incluso, a separatistas que dudan de que sea viable. Exigir que Rajoy abra «vías de diálogo» porque de lo contrario el PSOE formalizará «iniciativas legislativas» es desleal. Cataluña es una cuestión de Estado, no de partidos, y guiarse con criterios de oportunismo y tacticismo político sería irresponsable.

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