Álvaro Martínez

Otra que solo pasaba por allí

Álvarez se negó incluso a sí misma cuando hace un par de años admitió que conocía los múltiples reparos que la Intervención General de la Junta estaba poniendo a la manera en la que se estaba repartiendo aquel dinero

Álvaro Martínez

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«Si la borrasca cambió de una forma impredecible no lo pueden predecir, y si no lo predicen quienes lo tienen que predecir, cómo piensan ustedes que lo vamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción».

El soberbio trabalenguas que antecede formó parte de la explicación que dio Magdalena Álvarez en el Congreso cuando era ministra de Fomento y una nevada colapsó carreteras, vías y aeropuertos en 2009. Ayer, la que fuera también vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (a 23.000 euros brutos al mes, más dietas) declaró en la Audiencia de Sevilla como acusada en el juicio de los ERE, donde comparte banquillo con buena parte (hasta 21 altos cargos) de la jerarquía socialista de las últimas dos décadas. Pero tampoco fue mucho más clara en su testimonio porque, al parecer, en los diez años que estuvo de consejera de Economía, dijo ante el tribunal, no se enteró de nada, ni siquiera de cómo se repartía el dinero que ella dispuso en la partida 31L de los presupuestos, el famosos «fondo de reptiles» dotado con más de 800 millones de euros que fue utilizado de forma masivamente fraudulenta. Por no saber, Álvarez se negó incluso a sí misma cuando hace un par de años admitió que conocía los múltiples reparos que la Intervención General de la Junta estaba poniendo a la manera en la que se estaba repartiendo aquel dinero, que debía ir a parar a los desempleados pero que terminó en beneficiarios fantasma y juergas la mar de entreteniditas en las que no se pasaba ni gota de sed, con compañía de alquiler y sustancias tan blancas como la nieve caída aquel año 2009.

A la que fuera conocida como «lady Aviaco» por los más de 400 pasajes de avión gratis-total que utilizó cuando fue consejera de cuota partidista de aquella aerolínea estatal, ayer le faltó decirle a los magistrados que durante esos diez años era impredecible que el dinero de los parados fuese utilizado para fines fraudulentos, porque si no lo predicen quienes lo tienen que predecir, cómo piensan ustedes, señores jueces, que lo íbamos a predecir aquellos que estábamos esperando la predicción...

Sí, a veces el cielo está enladrillado. Y ya saben, «antes partía que doblá y yo no me enteré de nada». Otra que solo pasaba por allí.

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