LA TERCERA

Mucho más que una moción de censura

«No se puede permitir que España esté sometida a los caprichos de unos aprendices de brujo que se creen con el derecho a todo. El experimento les #ha salido mal, lo explicó Adolfo Suárez Illana en televisión, Albert Rivera #ha sido el detonante de la moción de censura, le han perdido las prisas por alcanzar el poder. Ahora, la gobernación de España y su futuro está en manos de quien la quiere disgregar y enfrentar, han abierto la caja de Pandora»

NIETO

Jaime de Berenguer

La salida del poder es algo completamente normal en el sistema democrático liberal y las mociones de censura son un mecanismo legítimo, basta con conseguir los apoyos necesarios para lograrlo. En este sentido, la salida de Mariano Rajoy y elección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno es un trámite legítimo y democrático como se encargó de recordarle con tino y savoir-faire Soraya Sáez de Santamaría a un excitado Monedero.

No obstante, la salida de Mariano Rajoy de la Presidencia dista mucho de haber sido algo normal, más bien se trata de un proceso inducido de destrucción encaminado a que ésta se produjese. En mi opinión, existen evidencias más que sobradas para pensar que Mariano Rajoy no ha salido del gobierno por una moción de censura, sino que lo han sacado del poder a empujones utilizando las peores prácticas de ingeniería social y no precisamente por parte de la izquierda.

Desde que ganara las elecciones de 2016 la suerte de Rajoy estaba echada, no se le iba a permitir gobernar, muy al contrario, se trataba de eliminar a Rajoy y al PP del tablero político como en su día ocurrió con Adolfo Suárez y UCD, existen similitudes innegables entre ambos casos. Como ocurrió en 1981 con Suárez, la destitución de Rajoy se debe al interés cruzado pero coincidente de sectores muy diversos de la izquierda y, sobre todo, de una oligarquía deseosa de un partido instrumental más maleable, a su antojo, y sin el desprestigio -merecido- de la corrupción que salpica al PP, ya sabemos que la política hace extraños compañeros de cama. Que la izquierda quiera hacer caer a un gobierno de derechas es lógico y normal, no lo es tanto que la oligarquía pretenda poner y quitar gobiernos y eliminar o crear partidos en su propio interés.

Todo esto empezó, aproximadamente, en 2013 dentro de lo que algunos llaman la «operación Ciudadanos», aún resuenan las palabras de un importante personaje del mundo financiero afirmando públicamente y sin rubor que había que crear un «podemos de derechas», está claro; tenían la idea, la intención y la capacidad para hacerlo, y vaya si lo han hecho. La operación no es solo contra Mariano Rajoy también lo es contra el PP, está perfectamente planificada, tienen siglas y un ungido, Albert Rivera.

A poco que nos fijemos se pueden distinguir sus fases; la primera, la asimilación, es decir, convencer a todo un país de que PP y Cs son lo mismo, equivalentes, a base de repetirlo lo han conseguido. Esta táctica se ha utilizado con enorme éxito anteriormente y siempre beneficiando al proyecto naranja. Recordemos que Cs nació como un partido catalán de izquierda, como tal se definía en sus estatutos, destinado a aquellos votantes del PSOE en Cataluña que no se sentían cómodos con la política nacionalista del PSC. Más tarde, dijeron ser iguales a UPyD, supongo que todos recuerdan la insistencia de algunos medios de comunicación para que UPyD aceptase su disolución en Cs porque «eran lo mismo», por supuesto, presidiendo Albert Rivera. Bueno, pues ahora resulta que Cs es igual al PP, lo que supone el recorrido completo desde la izquierda, pasando por el reformismo hasta llegar a la derecha. Sin olvidar, que concurrieron a unas elecciones europeas con Libertas, un movimiento antieuropeo y xenófobo. Todo esto se ha «olvidado», ningún medio de comunicación, tertuliano o analista recuerda tal cúmulo de incongruencias del proyecto naranja, curioso ¿verdad? La asimilación se ha mostrado como una estrategia devastadora para todos aquellos partidos a los que Cs ha parasitado.

Una vez logrado que los votantes identificasen a PP y Cs como intercambiables dio comienzo la fase de sorpasso. Consiste en demostrar que Cs ha pasado en votos al PP utilizando como única fuente las dudosas encuestas que nos han bombardeado durante meses con la intención de influir en la opinión pública creando una realidad previa -pre-verdad- sobre un escenario que no existe. Algo similar a las «fake-news», destinadas a dirigir nuestra atención hacia las bondades de Cs y las maldades del PP. Nadie sabe quién paga estas encuestas, nadie conoce los datos porque las dan «elaboradas», no existe un mínimo control ni transparencia sobre ellas, son como una verdad revelada que los españoles (y profesionales) aceptamos acríticamente.

Por último, la demolición, acrecentada por los ajustes de cuentas internos -miren Madrid-, dirigida a socavar el prestigio de organizaciones y personas concretas, en este caso Mariano Rajoy. Para lograrlo se están utilizando dos herramientas clásicas: la crispación social y el desprestigio personal. La crispación a través de la crítica a todo lo que se hace, da igual el tema, ponga usted radio, televisión, tertulia o abra el periódico, todo son malas noticias, errores, agrias sátiras, en España todo va mal, todo es un horror. Se utilizan silogismos falsos, una suerte de asociaciones entre noticias y partidos que hace terminar todo lo malo en el PP y todo lo bueno en Cs. Fíjense, las buenas noticias han desaparecido, no cuentan, tampoco los logros económicos y de empleo. Resultado, mal clima social, incomodidad, nos hacen llegar a la conclusión de que queremos cambiar. Y, por último, el desprestigio personal. A Mariano Rajoy le han hecho responsable de todo, de todo lo malo, claro. Merece la pena leer los editoriales de prensa que le dedicaron para presionarle a dimitir y que se convocasen elecciones, una lista de insultos con la intención de denigrar que han cruzado todas las líneas rojas de la moral.

Las injerencias de quien está moviendo los hilos de todo esto son intolerables, no se puede permitir que España esté sometida a los caprichos de unos aprendices de brujo que se creen con el derecho a todo. Para colmo, el experimento les ha salido mal, lo explicó meridianamente Adolfo Suárez Illana en televisión: Albert Rivera ha sido el detonante de la moción de censura, le han perdido las prisas por alcanzar el poder. Ahora, la gobernación de España y su futuro está en manos de quien la quiere disgregar y enfrentar, han abierto la caja de Pandora.

Jaime de Berenguer es politólogo

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