Editorial ABC

Mantener la movilización en Cataluña

El voto del electorado no nacionalista, aunque no va a cambiar la mayoría parlamentaria, sí puede servir para escribir el futuro de Cataluña de otra manera

EFE

ABC

Si algo ha confirmado la mayoría absoluta conseguida de nuevo por los partidos separatistas en Cataluña es la necesidad de que las formaciones constitucionalistas mantengan la confrontación democrática y política contra el independentismo . No se deben ignorar dos datos. El primero es que Ciudadanos, un partido declaradamente hostil al nacionalismo, ganó las elecciones del 21-D. El segundo es que los partidos que no defienden la independencia superaron el 50 por ciento de los votos. La ley electoral acabó transformando la representación parlamentaria de los resultados del 21-D en una imagen distinta, pero legítima, de la sociedad catalana, otra vez dirigida por una mayoría separatista. Sin embargo, en términos políticos estos resultados emplazan a los constitucionalistas a seguir ofreciéndose como alternativa al separatismo y a perseverar en los mensajes que han calado en buena parte de aquella Cataluña silenciosa o silenciada.

Los grupos nacionalistas no constituyen actualmente una opción tan homogénea como antes de las elecciones y pugnan por liderar o, según su peso parlamentario, influir en el proceso de formación de nuevo gobierno. Por mucha épica que los propagandistas del régimen quieran dar al falso exilio de Carles Puigdemont y al encarcelamiento preventivo de Oriol Junqueras, para el separatismo es un problema de difícil solución el que sus dos principales candidatos a la presidencia de la Generalitat estén en fuga o en prisión. No es probable que los nacionalistas pongan en riesgo su mayoría absoluta , un poco mermada respecto a la de 2015, provocando unas nuevas elecciones autonómicas ante el desacuerdo sobre el candidato a la presidencia de la Generalitat. Pero hasta que lleguen a pactar sobre este extremo, sus disputas debilitarán su cohesión, que era la gran fortaleza del bloque separatista.

La demanda de presidir el Parlamento catalán es la primera oportunidad que tiene Ciudadanos para reflejar ante la opinión pública catalana que ciertas cosas nunca más volverán a ser las mismas. La mayoría nacionalista impedirá que sea un no nacionalista el que presida el Parlamento catalán, más aún después de haber comprobado durante el proceso de declaración unilateral de independencia lo eficaz que resulta tener controlado ese puesto. Pero ahora no es el momento de que los constitucionalistas eviten ciertas iniciativas sólo porque el resultado sea previsiblemente adverso. Es el momento de mantener movilizado al electorado no nacionalista de forma activa , para que vea que su voto, aunque no va a cambiar la mayoría parlamentaria, sí puede servir para escribir el futuro de Cataluña de otra manera, sin el monopolio nacionalista generado en las cuatro últimas décadas.

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