Editorial ABC

Madrid, el reto del centro-derecha

El PP es hoy un partido en estado de abatimiento y su recuperación anímica pasa por mantener el Gobierno de la Comunidad y evitar el sorpasso de Ciudadanos en el 26-M

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El Gobierno madrileño del PP vivió ayer en su festividad autonómica su Dos de Mayo más amargo en décadas. Al ambiente de depresión interna tras los resultados del 28-A se unieron ayer acusaciones de transfuguismo y puyazos directos entre dirigentes populares. Especialmente llamativo fue el intercambio de reproches entre Pablo Casado y Esperanza Aguirre, y la negativa del presidente del PP a saludar a Ángel Garrido, fugado a Ciudadanos con nocturnidad y alevosía cuando Casado le había privilegiado con un escaño garantizado en las elecciones europeas. El PP es un partido en estado de profundo abatimiento. Hacer ostentación en estos momentos de cainismo es un error y harían bien todos los dirigentes populares en no enzarzarse, sino en remar en la misma dirección, porque la oportunidad de las elecciones de mayo puede resultar tan letal como vivificante. El diagnóstico para el PP es muy sencillo: ha perdido dos millones de votos a su derecha gracias a Vox, y más de cuatro a su izquierda durante los últimos años por el empuje de Ciudadanos. Regresar al centro y asumir que las posiciones políticas extremas no le benefician ha sido su primera conclusión. Y probablemente sea acertada, pero ahora dispone de poco tiempo para corregir errores. Si a los nervios de esa carrera contra el reloj el PP une la batalla interna, dos símbolos como la Alcaldía y la Comunidad de Madrid estarán en riesgo para Casado. De hecho, Ciudadanos ya se ha situado por delante del PP en Madrid, y puede darse la circunstancia de que esté en disposición de gobernar esas dos instituciones eligiendo como socio -PSOE o PP- a conveniencia.

Madrid es un bastión crucial en la iconografía electoral de los españoles, y si se fragua una mayoría suficiente entre el PSOE y Podemos, junto a las distintas marcas de la extrema izquierda, el centro-derecha habrá perdido otra oportunidad determinante por su absurda fragmentación. No le falta razón a Casado cuando sostuvo ayer que los odios internos en el centro y la derecha solo benefician a Pedro Sánchez, y que vista la reacción de Ciudadanos y Vox a los resultados de las generales, parecen alegrarse de que la izquierda haya ganado. Es evidente que Casado ha cometido muchos errores de estrategia. Pero también lo es que era injusto exigirle un triunfo colosal en las generales después de solo diez meses de liderazgo y con la derecha rota en tres partidos. Pero nunca debió radicalizar al PP porque siempre encarnó a una derecha moderada y constructiva. Ahí está la mayor parte de su pérdida de votos. Ahí y en la capacidad de hacer del PP un partido con perfiles de gestores políticos, y no con «estrellas» invitadas en las listas. Se habría ahorrado muchos disgustos. La recuperación anímica posible del PP pasa sobre todo por Madrid.

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