Antonio Burgos

¿Madres guardadoras?

El «Día de la Madre» será «Día de la Persona Guardadora»

Antonio Burgos
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En Guadalcanal, cuando alguien dice una barbaridad o contempla una insólita situación, en el español que en aquella linde sevillana de Extremadura se habla, patria de don Adelardo López de Ayala, el de la calle Ayala del barrio de Salamanca, exclaman:

-¡Máma, máma!

Y si es desorden o estropicio grande, lo que se sentencia, como si fuera el Tendido 7 de Las Ventas, es:

-¡Máma, qué capea!

Ya nada de eso podrá decirse. Será: «Guardadora, guardadora... ¡Guardadora, qué capea!». Según lo dispuesto por la omnipotente y omnipresente Junta de Andalucía. Y más ahora, que es el bastión donde se ha enrocado Susana Díaz tras haber quedado en las primarias del PSOE no como Cagancho en Almagro, no: un poquito peor.

La Junta ha decidido que eso de decir «padre» o «madre» es completamente facha, y desde luego nada moderno ni adaptado a los tiempos que corren y al tipo de familias que se llevan. (Que no son precisamente como la muy ejemplar y admirable del héroe Ignacio Echeverría). «Padre» o «madre» son rancios, reaccionarios, machistas, xenófobos, y siga usted poniendo insultos de la actual panoplia con la que se descalifica a quien practica la libre y funesta manía de pensar fuera de los cánones inquisitoriales de lo políticamente correcto.

La Junta de Andalucía ha publicado los impresos de solicitud de plazas para los colegios públicos y concertados, en los que ya no aparece la palabra «padre» o «madre» sino « persona guardadora 1» y «persona guardadora 2». El intento no es nuevo. Recordarán que hace poco hubo otro similar de borrar la paternidad y la maternidad por el plan antiguo de la familia tradicional y al padre le pusieron el mote de «Progenitor 1» y a la madre, el de «Progenitor 2», con lo que no se decía ni palabra del sexo de cada cual. Pero lo de «guardador» por padre es más ridículo. Por no salir de la Sierra, los que se guardaban hasta ahora no eran los niños, sino los cochinos. Se guardaba la viña. Se guardaban los trastos viejos, que después servían para algo: «El que guarda, halla», decía mi madre. Pero ahora el que guarda halla que las ridiculeces de la modernidad del poder llegan hasta el infinito. Y que llevan razón los que dicen que don Amancio Ortega, más que esos carísimos aparatos para la lucha contra el cáncer cuyo regalo le han rechazado los muy cretinos, tenía que haber donado un desfibrilador de gilipollas. Sólo con aplicarlo en la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía el aparato habría salido echando humo.

Pero el problema gordo vendrá cuando, a modo del Comisario de la Memoria Histórica, coloquen a algún paniaguado como Inquisidor Mayor del Uso Obligatorio de Guardador y Guardadora. De momento al Cortinglés lo dejaran sin anuncios del «Día de la Madre», que será «Día de la Persona Guardadora 1». Y las corbatas y los frascos de colonia habrá que regalarlos el «Día de la Persona Guardadora 2». Y nada digo cuando el Comisario tenga que depurar el cancionero popular. De momento, habrá que remasterizar catálogos enteros de coplas. A Manolo Escobar tendremos que hacerlo cantar: «Guardadorita María del Carmen, / hoy te canto esta bella canción.» A Juanito Valderrama tendremos que ponerlo al día en su copla «Guardadora hermosa»: «¡Ay, ay, mi guardaora!, / como un rayito de luna/ regüerto con azahares». ¿Que no rima, ni llega, ni pega? Da lo mismo. Lo importante es la modernidad y lo políticamente correcto. Que le cogerá entero y pleno a Pepe Pinto. Habrá que ver cómo sonará lo suyo: «Toíto te lo consiento/ menos faltarle a mi guardadora,/ que una guardadora no se encuentra/ y a ti te encontré en la calle». En cuanto a la Iglesia, como hay esta ola de cristianofobia, también le pillará de pleno. Así que, reverendos padres, dispónganse a poner al día en la misa la oración que Jesús nos enseñó: «Guardador Nuestro que estás en el cielo».

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