Por el humo se sabe...

Es la lógica extravagante del verano, de todos los veranos, en los que por el humo se sabe que no es una barbacoa, sino algo mucho más catastrófico y, en ocasiones, letal

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Gran parte de los seres humanos que vivimos en Occidente solemos ir a la montaña, cuando hace más frío, en invierno, en esos meses en los que todo está cubierto de nieve, y los accesos por carretera son más peligrosos, pero, eso sí, tomamos el sol en verano, cuando hace más calor, una especie de pleonasmo funcional, tan instaurado y repetido, que no nos llama la atención. Parecería más lógico acudir a los lugares cálidos en invierno, y reservar la visita a la montaña para el verano, donde las noches son frescas y agradables, y permiten dormir con el aire que mejor acondiciona la temperatura, que es el que entra del exterior de las ventanas entreabiertas. Pero hablar de lógica referidas a los seres humanos es tan complicado como hablar de sentido común con un político, sobre todo si es uno de esos políticos que quiere transformar la sociedad, solo o en compañía de otros.

Tampoco es lógico que dos adolescentes, al parecer, hayan provocado un incendio en Francia que asoló 7.000 hectáreas, es decir, la extensión de 7.000 campos de fútbol, aproximadamente, y que se enfrenten a quince años de reclusión. Lo que a un adolescente le puede parecer una gamberrada, los redactores de los códigos penales lo pueden apreciar como un grave delito, y cumplir la pena de un delito es una manera bastante eficaz de destrozar una vida.

También existe falta de lógica en esa familia cumplidora de las leyes, que abandona la cómoda cocina de su piso, se marcha a disfrutar de los placeres de la naturaleza, pero no renuncia a llevarse un sucedáneo de esa cocina para calentar, asar o cocer, sin percatarse de que en su piso no hay árboles cerca de la vitrocerámica, ni el suelo está cubierto de ramas leñosas que arden como teas.

Por el humo se sabe dónde esta el fuego y la estupidez o la avaricia, porque algunas de las causas incendiarias -la recalificación de terrenos- se neutralizaron cuando se promulgaron normas que prohibían enriquecer a inmobiliarias sobre los árboles caídos y chamuscados.

Incluso podemos caer en la tentación de que no sea lógica la tranquilidad y el sosiego de los bañistas, mientras a su alrededor las llamas ayudan a subir todavía más las temperaturas, pero hay enormes diferencias entre un bombero y un bañista, incluido el atuendo. Más de cinco mil bomberos franceses, y otros muchos miles en Europa, permanecen de guardia este verano. Y se juegan la vida, porque unos insensatos adolescentes o unos padres de familia neciamente imprudentes les obligan a trabajar. Es la lógica extravagante del verano, de todos los veranos, en los que por el humo se sabe que no es una barbacoa, sino algo mucho más catastrófico y, en ocasiones, letal.

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