Hora amarga y bochornosa

Hoy solo cabe ya la aplicación de la ley sin complejos

Mayte Alcaraz

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Ponerse en los zapatos del presidente del Gobierno suele ser tan fácil y osado como hacerlo en los de un entrenador de fútbol. Todos sabemos de todo lo que no nos compete decidir. Sin embargo, hay jugadas que claman al cielo y problemas con los que no se puede aplicar contemplaciones. Hace 51 día que un grupo de golpistas, sin bajarse del coche oficial, volaron la legalidad democrática que tanto nos ha costado conseguir y, ante las cámaras y con la sonrisa complaciente de analistas bien cebados en el pesebre independentista y pensionados ahora por las televisiones nacionales, pisotearon la soberanía nacional que nos pertenece a todos.

Desde entonces, solo su enajenación mental, las consecuencias de su delirio y sus torpezas han ido frenando la locura de este desafío a España y a Europa. Mientras el presidente del Gobierno dilataba, con plazos de Santo Job, los trámites epistolares y convencía al partido que más años ha gobernado España, el PSOE, para que le respaldara, la desmoralización entre los ciudadanos (los de Cataluña que quieren a su país y los del resto de España) ha sido insoportable. Solo la decidida reacción del Rey y de las instituciones europeas, acompañadas de la espantada de cientos de empresas huyendo de la inseguridad jurídica, vinieron en auxilio de la desazón nacional.

Mariano Rajoy hace tiempo que debió pasar de las musas al teatro. Esa primera semana de septiembre se traspasaron todos los límites anulando el Estatuto de Autonomía y convirtiendo a Cataluña en lugar sin ley, Constitución y Estado de Derecho. Es verdad que las vergonzosas timideces de Pedro Sánchez y Miquel Iceta no han ayudado a aplicar la Constitución desde el minuto cero del golpe. Pero quizá la soledad del poder consista en eso, en tomar determinaciones, en defender los derechos de los ciudadanos, aunque sea solo y a uno le rompan los desleales la crisma. En esta hora amarga, bochornosa y humillante, vivida hace unas horas en el Parlament de Cataluña, conviene recordar que sí hubo un partido -Ciudadanos- que apostó por la ley y, sin complejos, pidió lo que a regañadientes se dispone el Gobierno de Mariano Rajoy a hacer ahora.

Hoy solo cabe ya la aplicación de la ley sin complejos. Antes de que la humillación que han sentido muchos españoles ante el televisor cuando El Segadors se les arrojaba a la cara por unos golpistas sea ya irreparable. Para los españoles pero, sobre todo, para España.

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