Editorial

Un Gobierno incapaz ante la crisis migratoria

A pesar de que ese pensamiento buenista se agotó en una semana, de que vemos que tampoco se va a hacer nada para sustituir las concertinas en la frontera con Marruecos ni se va a renunciar a las devoluciones en caliente de personas que violan manifiestamente la ley

ABC

La política migratoria de Pedro Sánchez es uno de los ejemplos más ilustrativos de la demagogia. El presidente del Gobierno ha pasado de lo que decía cuando estaba en la oposición a lo que decidió a su llegada a La Moncloa, y de ahí a lo que realmente está haciendo ahora, cuando la situación empieza a ser alarmantemente grave. Y todo ello sin haberse dignado a dar explicaciones a nadie. Es un hecho que en los últimos meses España ha pasado de recibir por mar medio centenar de inmigrantes irregulares diarios a cinco veces más, con picos como el de este fin de semana que multiplica casi por veinte la cifra. En esta evolución tiene que ver en parte la situación en otras rutas del Mediterráneo, como la que el Gobierno italiano ha cerrado con métodos ciertamente discutibles , pero sobre todo al formidable efecto propagandístico de lo que sucedió con la gestión del Aquarius y la cascada de propósitos pretendidamente humanitarios que la acompañaron.

A pesar de que ese pensamiento buenista se agotó en una semana, de que vemos que tampoco se va a hacer nada para sustituir las concertinas en la frontera con Marruecos ni se va a renunciar a las devoluciones en caliente de personas que violan manifiestamente la ley, el Gobierno no quiere dignarse a reconocer ese efecto llamada. Seguramente porque eso le llevaría a admitir que cuando dijo lo contrario hablaba sin saber, simplemente instrumentalizando este delicado problema para atacar al PP. A ntes de que Sánchez llegara al poder , España era un ejemplo de control responsable y riguroso de la frontera exterior. Se ha cansado de decir que el problema requiere una solución europea y es verdad, pero también se ha olvidado de ello y, al revés, corre el riesgo de que otros socios europeos le señalen como parte d el problema.

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