EDITORIAL

El Gobierno debe defender al Rey

Pedro Sánchez evitó un expreso y contundente respaldo al Rey en plena campaña virulenta del independentismo catalán contra el Jefe del Estado. Todo por no desairar a los soberanistas

El Rey Felipe VI recibe al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Palacio de Marivent de Palma ABC

ABC

La audiencia que mantuvo ayer Don Felipe con Pedro Sánchez en Palma de Mallorca pudo ser una rutinaria reunión de trabajo, tradicional en estas fechas veraniegas, pero el presidente del Gobierno casi la convirtió en un acto de agravio a la Corona, al menos de agravio por omisión. La defensa pública que hace este Gobierno de la Monarquía es pusilánime, y por momentos como el de ayer, indolente. Ayer, y en respuesta a una pregunta de ABC, Sánchez evitó un expreso y contundente respaldo al Rey en plena campaña virulenta del independentismo catalán. De hecho, no explicó cómo va a defender a la Corona de los ataques del separatismo, habló de «dar normalidad» a los actos de homenaje a las víctimas de los atentados yihadistas de hace un año, y sostuvo que la tarea del Gobierno es dialogar con Joaquim Torra de lo que afecta a los catalanes. Ni un mínimo desaire a la campaña orquestada del independentismo contra el Rey. Los mensajes públicos son tan relevantes, o más, que cualquier apoyo privado a La Corona. Por eso, lo que hizo ayer Sánchez es insuficiente. Su conducta revela cierta indolencia política porque está basada en no ofender al independentismo . Es un desdoro impropio porque viene a poner al mismo nivel institucional a la Jefatura del Estado y a la Generalitat. Sánchez puede apelar a la normalidad si así lo desea. Pero conviene preguntarse qué normalidad puede haber cuando Torra (al que antes de llegar a La Moncloa el propio Sánchez tildaba de «supremacista» y «racista») dice que nadie ha invitado al Rey a los homenajes contra el terrorismo, y la ANC y los CDR difunden que Don Felipe no será bien recibido en Cataluña y diseñan campañas de derribo.

El Gobierno no puede permanecer indiferente ni mucho menos asegurar, como ayer hizo Sánchez, que su función política solo es dialogar con la Generalitat sobre lo que «de verdad interesa a los catalanes: la sanidad, la educación y el empleo». ¿Acaso no interesa a los ciudadanos la unidad de España? La oferta de un diálogo sistemático, como si eso fuese a disuadir al secesionismo, es un error severo además de una ingenuidad parvularia. No es un error por la pretensión de dialogar, sino por dialogar, negociar y pactar con quien nada quiere dialogar, negociar y pactar .

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