El franquismo como recurso

Como no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, algún día triunfará la racionalidad

Pedro García Cuartango

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Andoni Ortuzar era un adolescente cuando murió Franco. Tal vez por desconocimiento de lo que fue la dictadura, el presidente del PNV acusó a Albert Rivera de reencarnar «los nuevos flechas y pelayos de la Falange auténtica » y de «seguir anclado en la España grande y libre».

Sin entrar en el fondo de un asunto en el que creo que Rivera lleva la razón, las palabras de Ortuzar son ofensivas para los que conocimos y padecimos el franquismo. Yo comencé a estudiar Periodismo y Filosofía en 1972, tres años antes de la muerte del general, y le puedo recordar al dirigente nacionalista que entonces se secuestraban periódicos, se metía a sindicalistas en la cárcel y que no había derecho de manifestación ni de reunión . ¿De qué coño, con perdón, está hablando este hombre?

Ni siquiera se podía dormir tranquilo si uno vivía en el Colegio Mayor San Juan Evangelista donde entraron en dos ocasiones a medianoche Billy El Niño y sus secuaces de la Brigada Político Social en 1973 para registrar las habitaciones y detener a estudiantes que estaban fichados.

Yo no me puedo envanecer de nada porque conocí el franquismo en pleno declive pero doy testimonio de que mucha gente arriesgó su vida y pasó años en la cárcel por el mero hecho de pertenecer a un partido en la clandestinidad.

Los nacionalistas vascos y catalanes que tachan ahora de «franquistas» a quienes no están de acuerdo con ellos no sólo están manipulando la memoria histórica sino que además ofenden la inteligencia , al igual que los que confunden los políticos presos con los presos políticos. Una cosa es ir a la cárcel por defender unas ideas y otra, por vulnerar el ordenamiento constitucional.

Abusar del lenguaje, desnaturalizar el sentido de las palabras y clasificar a las personas en buenas y malas son actos de demagogia política que buscan demonizar el adversario y eludir un debate como el del sistema foral vasco, que consagra privilegios fiscales que no tienen razón de ser en una democracia avanzada.

Lo mismo que el pescado se pudre por la cabeza, la legitimidad de un proyecto político se pudre por el lenguaje . Y eso les ha pasado a los independentistas catalanes cuyo procés se ha sustentado en la propaganda y en la manipulación hasta llegar a la impudicia del Espanya ens roba.

Como no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, algún día triunfará la racionalidad que representan los valores de la igualdad, la fraternidad y la libertad que están por encima de las fronteras y los sentimientos tribales.

El franquismo sí fue una dictadura en la que todavía había tribunales especiales como el TOP, de siniestra memoria, que negaban el derecho a pensar por cuenta propia. Hoy la democracia española es equiparable a cualquiera de nuestro entorno, por lo que no hay razones para acomplejarse de lo que hemos conseguido y de lo que somos.

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