Del filósofo como dinamitero
No es un oficio grato el de filósofo. Se agota en destruir, destruir, destruir. Y no edificar nunca
Yo, que he dedicado toda mi vida a la filosofía, siento elevarse en mí un malestar que acaba en ira cada vez que oigo hacer su elogio. Vuelve a suceder ahora. ¿La excusa? El retorno de la asignatura que lleva su nombre a las aulas ...
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