EDITORIAL

Europa condena a España y jalea a Otegui

Arnaldo Otegui Ignacio Gil

ABC

La sentencia dictada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en la que condena a España por vulnerar el derecho de Arnaldo Otegui a un Tribunal imparcial, es un varapalo a la Justicia española. En concreto a la Audiencia Nacional, una de cuyas magistradas quedó contaminada para poder juzgar al etarra cuando antes le había espetado en otro juicio que «ya sabía yo que no me iba a contestar» tras preguntarle si condenaba el terrorismo de ETA. Aquel comentario sobraba y, en efecto, podía prejuzgar cierta falta de imparcialidad de esa juez. Sin embargo, Otegui no obtiene nada de nada: no deja de ser un terrorista por este fallo de la justicia europea, no afecta a la condena que ya cumplió, no se castiga, sanciona o multa a España, y el batasuno no tiene derecho a compensar o revertir su sentencia condenatoria. Sin embargo, el dato objetivo es que un fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos vuelve a poner a España en la picota, retratándonos como un país sin garantías suficientes o defectuosas.

Es el enésimo argumento a favor de miembros de ETA que ofrecen los magistrados europeos desde su atalaya de Estrasburgo, para dar alas a quienes se empeñan en fomentar una política de blanqueamiento de sus sanguinarios antecedentes y un victimismo inmoral que no merece ningún asesinado. La Audiencia Nacional no debió errar en una cuestión tan burda ni contaminar un juicio con un exabrupto personal contra Otegui. Pero tratar de convertir ahora a Otegui en una víctima indefensa de nuestro sistema judicial -así lo hicieron ayer el separatismo y la extrema izquierda- es un sarcasmo abusivo que les retrata como lo que son: amigos de un terrorista.

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