Esta política inane de gestos

Sánchez ofrece en bandeja una gran victoria al ministro del Interior y jefe de la ultraderecha italiana, Matteo Salvini

Ramón Pérez-Maura

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Gesto es, según la quinta acepción que da el diccionario de la RAE, el «aspecto o apariencia que tienen algunas cosas inanimadas». Bien es verdad que la Academia admite que este significado está en desuso, como tantas cosas de valor en nuestros días. Pero la política de gestos es la que va a predominar con este Gobierno antidemocrático. A los gestos respondía la composición del nuevo Gobierno que nos va a dar grandes tardes de gloria a los (algunos) medios de comunicación. Y política de gestos fue decidir ayer recibir al barco Aquarius con 629 refugiados abordo. Aunque supongo que no era esa su intención, Sánchez ofreció en bandeja una gran victoria al Gobierno populista italiano y, en particular, al ministro del Interior y jefe de la ultraderecha de ese país, Matteo Salvini. Y las que vendrán. Europa en pleno tiene un grave problema con la inmigración. Y gestos como el de España garantizan que lo siga teniendo. Por supuesto que lo que ha hecho Italia no es la solución. La esencia de Europa no puede ser nunca el pasar los problemas de todos al vecino. Pero durante años Europa entera ha estado dejando este problema sobre los hombros de Italia y Grecia. Y el hartazgo de sus ciudadanos es el que ha llevado a este Gobierno, al que Sánchez premia, a cerrar sus costas a la inmigración ilegal.

Si Sánchez cree que el Gobierno español está hoy moralmente por encima de sus pares, se equivoca radicalmente. La única forma en que este grave problema humano no se resuelve es agravándolo. Lo políticamente correcto puede ser acoger refugiados sin fin. Pero eso sólo sirve para agrandar el problema. Y si los italianos han construido una barrera política casi infranqueable, el gesto del Gobierno español garantiza que España sea el siguiente foco de atracción. ¿Cuántos barcos quiere recibir Sánchez en su camino hacia la consecución del Premio Nobel de la Paz? El casi finiquitado presidente colombiano, Juan Manuel Santos, tiene probado que no es tan difícil conseguir uno.

Lo malo es que esta política de gestos, tan propia de la situación políticamente inviable que vivimos, no se corresponde sólo con el Gobierno. La jefa de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, ha anunciado que renuncia a la paga extra que le corresponde legalmente como jefa de la oposición en el Parlamento catalán. Esta señora es casi más populista que Salvini. ¿De verdad cree que su sueldo es tan excepcional como para no ameritar un complemento por el trabajo realizado? Así está la política española. Sueldos mediocres que sólo compensa ganar a políticos grises que no valen para otra cosa o a quienes tienen una posición acomodada y una vocación de martirio digna de San Andrés. O Igual es que Arrimadas está reconociendo que desde el pasado 20 de diciembre no ha hecho nada. Y eso no sería populismo.

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