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Efectos del Pacto de Lérida

«Y es en Cataluña donde Ciudadanos sigue teniendo auténtica importancia y realidad. Donde lo que dice adquiere sentido y relevancia, y no el cantinfleo macronista de última hora»

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Como consecuencia de su negativa a la cesión de espacios municipales para la celebración del, así llamado, referéndum de Puigdemont, al PSOE de Lérida le han pintarrajeado la sede con el clásico «PSOE=GAL». Cuando el PSOE hace las cosas que tiene que hacer, o los nacionalistas o la derechona le sacan a pasear el GAL. Al alcalde, Àngel Ros, le llaman fascista o botifler (traidor), el resultado esperado por respetar la legalidad vigente y oponerse a la cosmovisión de la CUP.

Es una figura interesante este alcalde. Un socialista adaptativo, ejemplo del catalanismo más sofisticado, y entiéndase por sofisticado alambicado, abstruso e imaginativo. Votó en el 9-N, se declaró partidario del derecho a decidir, y alguna vez defendió «estructuras» de Estado para Cataluña (apetencia de Estado, sed de Estado).

Es un socialista con acreditados coqueteos soberanistas, moderado ahora hacia un catalanismo melancólico y estricto por el pacto con Ciudadanos. El «Pacto de Lérida» es importante porque demuestra el efecto de una alianza constitucionalista sobre el PSC. Como en la teoría de los colores, las tonalidades de un PSC secundario varían según se mezclen con uno u otro.

Y es en Cataluña donde Ciudadanos sigue teniendo auténtica importancia y realidad. Donde lo que dice adquiere sentido y relevancia, y no el cantinfleo macronista de última hora.

Licenciado en Físicas, doctor en Informática con MBA en Madrid y experiencia laboral en Coca-Cola, Ros es un socialdemócrata católico en un PSC leridano, rural, es decir, probablemente muy de derechas, que en la Cataluña interior se resiste al independentismo, y que para España propone algo que se parecerá mucho a la salida que quiera Sánchez para su (llamémosla) indagación en el «encaje»: desarrollo de la declaración de Granada en la línea de la singularidad, la asimetría, y la ordinalidad fiscal. Lo que los socialistas ofrecen como solución no deja de ser el espacio en el que su inconsecuencia, oportunismo o simplemente la fuerza de las cosas les han ido arrinconando.

Quiso la mecánica de gestos que el día en que Ros se hacía tan felizmente comprensible para el socialista ibérico, Núria Parlon, secretaria de Cohesión Social, amenazara con recurrir a la Comunidad Internacional, nada menos, en caso de aplicarse el artículo 155. El PSOE enseña ya tres almas: central, federal y otra podemita.

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