Dictaduras y mentiras

Los españoles tienen cada vez menos miedo a decir la verdad

Hermann Tertsch

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Muchos se han puesto muy nerviosos en España después de ver las imágenes del domingo al mediodía en el palacio de Vistalegre en Madrid. Algunos tertulianos en televisiones y radios recuerdan a aquellos histéricos periodistas del Frente Popular que en noviembre de 1936 daban cada media hora la noticia de la consumada entrada de las tropas de Franco en Madrid. Tardaría treinta meses en ser cierta, pero el Gobierno huyó a Valencia y sus milicianos perpetraron sus grandes matanzas de civiles. «¡Ya está aquí el fascio!» o «Alarma ultra». Lo dicen unos medios que aplauden todos los días a ultras de verdad. Ultras separatistas y ultras golpistas, ultras de los violentos de CDR o ultras de Bildu y ERC, ultras comunistas pagados por dictaduras extranjeras. Lo malo ahora y entonces es que creen las propias mentiras. Así pasó a las fuerzas totalitarias que secuestraron aquella república en la que tantos españoles habían depositado sus esperanzas. Sus mentiras y crímenes les hicieron perder aquel «plebiscito armado» que fue la guerra tras el golpe contra un régimen en deriva a la dictadura soviética.

El problema de esos medios es que las mentiras oficialistas ya no cuajan. El cuento del lobo. Cuando han llamado fascista a todo lo que no es izquierda, pueden llamar fascista a quien sea. Los españoles desprecian cada vez más a los periodistas y les creen menos su manida letanía «antifascista». Es efecto del inmenso hartazgo tras años de humillaciones y vejaciones a los españoles como contribuyentes y a España como nación, que el Estado ha permitido con el anterior Gobierno y con este. En Vistalegre no había fascistas ni lemas ni conceptos fascistas. Las grotescas manipulaciones solo aumentan el ridículo y desprestigio de los medios. Y catapultarán a VOX hacia una popularidad hoy impensable.

La verdad se está poniendo de moda. Y eso es un peligro para la construcción de mentiras oficiales sobre nuestro pasado y presente que maniata a partidos y personas y sostiene esa hegemonía izquierdista de los medios. Los llegados a Vistalegre de toda España para escuchar verdades que los medios les ocultan. Hace muchos años que se empezaron a prohibir subrepticiamente muchas verdades bajo tácitas amenazas de represalias. Convenía evitar el sambenito de «facha» o «franquista» que generaba problemas. Hoy el poder intimidatorio se ha agotado. Quienes estaban muy solos en la defensa de verdades proscritas lo están hoy menos.

Desde hace tiempo someto a comparación en las redes dos dictaduras, la militar de Augusto Pinochet y la comunista de Fidel Castro. La de Pinochet impidió en Chile otra como la de Castro en Cuba. En Chile hubo algo más de tres mil muertos en 15 años. La dictadura se disolvió tras un referéndum que el dictador acató. Dejó el país en magnifica situación económica y social para volver a ser la sólida democracia que es hoy. De eso hace ya 30 años. Sin Pinochet, Chile cumpliría ahora 45 años de dictadura comunista y sería lo que Cuba tras 60 años, una cárcel miserable. Con una dictadura que ha causado centenares de miles de muertos. Decir que las dos dictaduras son iguales es hipócrita, mentiroso y cobarde. Tan absurdo como decir que la dictadura de Primo de Rivera fue igual que la de Pol Pot. No se trata de aplaudir ninguna dictadura. Sino de probar el coraje cívico y el compromiso con la verdad que desafía al rodillo totalitario que impone el mantra izquierdista que pocos se atrevían a cuestionar. Cada año son más los españoles que se atreven a llevar la contraria a la turba de los comisarios ideológicos mediáticos. Es decir, los españoles son cada vez más libres. Eso tendrá muchas consecuencias políticas sin duda. Como Vistalegre.

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