EDITORIAL

La descarada hipocresía de Podemos

«Las subvenciones son, de lejos, la principal fuente de recursos de Podemos, ya que el año pasado ingresó cerca de dieciocho millones de euros procedentes de las arcas públicas»

Madrid Actualizado: Guardar
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El partido de Pablo Iglesias apareció ante la opinión pública española blandiendo como una de sus grandes banderas su rechazo frontal a los privilegios de los que goza la denominada «casta», pero, una vez dentro del sistema, lejos de cumplir sus promesas y mostrar un mínimo de coherencia renunciando a las supuestas prebendas que tanto denunció, no ha dudado en aceptarlas sin pudor alguno, convirtiéndose en todo un ejemplo de hipocresía dentro del panorama político nacional. Prueba de ello es su doble rasero en materia de subvenciones. La formación morada lanzó duras críticas al reparto de ayudas públicas entre los partidos antes de entrar en las instituciones, al tiempo que se comprometió a financiarse mediante las donaciones voluntarias de sus simpatizantes y el sueldo de sus cargos electos para, de este modo, no depender del erario público ni de préstamos bancarios. Sin embargo, la realidad que arrojan sus cuentas oficiales es muy diferente.

Las subvenciones son, de lejos, la principal fuente de recursos de Podemos, ya que el año pasado ingresó cerca de dieciocho millones de euros procedentes de las arcas públicas, sin contar las ayudas extraordinarias para campañas electorales. Si a estas partidas se suma la porción de los sueldos que ceden sus cargos, el resultado es que, tal y como sucede en la mayoría de partidos, más del 75 por ciento de sus fondos proceden del bolsillo de los contribuyentes. Las bases, por el contrario, aportaron poco más de un millón. Además, la inmensa mayoría de este dinero no se destinó, como cabría esperar, al impulso de proyectos sociales, sino a la contratación de allegados y afines como personal a cuenta del partido o asesores políticos. Podemos no sabe dar ejemplo de nada, salvo de pura y simple hipocresía.

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