El desafío de May sobre el Brexit

O Theresa May obtiene en el Parlamentoel apoyo que necesita para validar este acuerdo o su propia supervivencia política estaría condenada

ABC

Lo que ha sido definido como un acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea sobre las condiciones de la lamentable separación no es tal, sino simplemente una apuesta de la primera ministra británica, Theresa May, para ver si consigue el apoyo suficiente para que sea respaldado institucionalmente. Anoche logró el respaldo de su gabinete ministerial, primer escollo que finalmente consiguió salvar la premier. Pero el desafío de May aún no ha terminado y sigue siendo a cara o cruz: u obtiene en el Parlamento el apoyo que necesita para validar este acuerdo o su propia supervivencia política estaría condenada.

Aunque el negociador de la UE, Michel Barnier, presentó anoche el principio de acuerdo como «un logro decisivo» hacia el Brexit, la Comisión Europea y los demás gobiernos comunitarios no se han pronunciado aún sobre los detalles de ese acuerdo, que en su mayor parte son deliberadamente difusos. Sus aspectos más concretos habrán de ser encontrados en más de 400 páginas de compleja «literatura jurídica». Y dentro de este enrevesado laberinto legal, el asunto más espinoso, el de impedir que se vuelva a levantar una frontera física entre las dos partes de la isla de Irlanda sigue sin resolverse, porque lo único que se hace es aplazar dos años más el asunto. La tormentosa reunión de May con su Gabinete, resuelta a su favor finalmente tras cinco horas de durísimo debate, refleja también el hecho de que para todos los responsables británicos ha llegado la hora de la verdad. Todos, desde los partidarios más fanáticos del divorcio total, hasta los que aún sueñan con el milagro de seguir permaneciendo en la UE, han llegado al punto final, frente al muro insalvable de la realidad. Y deben elegir con toda claridad -y con conocimiento de causa- si de verdad quieren romper con casi medio siglo de cooperación fructífera y estamparse contra él, o si aún hay tiempo de pedir a la sociedad británica una segunda opinión.

La pelota, en todo caso, está claramente del lado británico. La descomposición del panorama político en Londres es tal que en estos momentos no hay mayoría para nada, ni para frenar, ni para acelerar, ni para aprobar el acuerdo que les propone May, ni tampoco para rechazarlo. Pero como dice el negociador europeo, el reloj sigue avanzando hacia la fecha fatídica del 29 de marzo de 2019, en la que se producirá la desconexión. La eligió May y a ella hay que atribuir las consecuencias de esta desastrosa situación. En el mejor de los casos, habrá un acuerdo de verdad, que prevé que en el futuro el Reino Unido y la UE establecerán un amplio tratado de libre comercio. La primera ministra y los partidarios del Brexit deben convencer a una mayoría de diputados de que eso es mejor que lo que tienen ahora.

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