Cortejando a la canciller

¿Qué puede salir de este fin de semana en los cañaverales del Doñana?

José María Carrascal

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Buscar respaldo exterior cuando falta el interior es más viejo que Adán, y muy desesperado tiene que verse Pedro Sánchez para montar con la cancillera alemana la escena del Tenorio en la desembocadura del Guadalquivir, «¿no es verdad, ángel de amor, que en esta apartada orilla, más pura la luna brilla etc., etc.», con abundancia de micrófonos y fotógrafos. Acosado por la oposición, por quienes le llevaron a La Moncloa, por su propio partido, que ve acercarse las próximas elecciones sin salirle las cuentas en inmigración, en Cataluña, en los presupuestos, al presidente no le ha quedado más remedio que echar mano del viejo truco. ¿A quién intenta engañar? En primer lugar, a su invitada; luego, a los españoles, perdidos por playas y montañas y, por último, a él mismo, pues los problemas que tiene no se los puede arreglar nadie: con tan sólo 84 diputados, las pateras llegando a ritmo creciente, Urkullu exigiéndole acercar más presos vascos a su territorio, Torra amenazando con montarle otro referéndum si no suelta a los suyos, García Page advirtiéndole contra más privilegios a Cataluña y Susana reclamando más dinero para los inmigrantes, Alemania era la única y última opción. ¿Opción de qué, si la cancillera tiene en casa un lío muy gordo y muy parecido, por haber abierto la puerta a quien quisiera entrar, que le hizo perder la mayoría y a punto estuvo de costarle el divorcio del partido hermano bávaro?

¿Qué puede salir de este fin de semana en los cañaverales del Doñana? Pues lo que sabíamos: acuerdo en que la inmigración ilegal es un problema europeo que hay que afrontar conjuntamente, que su solución exige ir al origen, es decir, tratarlo en los países de donde parten los inmigrantes. Y si eso no es posible, crear barreras o centros de internamiento antes de que lleguen a Europa. Muy bien, pero ¿cómo se lleva a cabo? Pues con dinero, y la canciller está dispuesta a que la Unión Europea libere fondos dispuestos para ello. Se da incluso una cifra: 180 millones de euros, que irían a Marruecos, no a España, para que sirva de barrera a la invasión subsahariana. ¿Se dan ustedes cuenta de lo que eso significa? 180 millones de euros para que gentes que huyen de la guerra, de la miseria, de la barbarie, desde el Cuerno Oriental de África a las repúblicas atlánticas, no alcancen la costa española? ¿Cómo lo va a impedir Marruecos, movilizando a su ejército y ametrallando a todo el que aparezca en sus fronteras sur y este? ¿Comprando a las mafias que se dedican a esta nueva trata de esclavos? No me lo pregunten porque no lo sé, pero me parece muy poco dinero para tal empresa. Lo único que sé es que el Aquarius produjo un efecto llamada, que España no es el país de acogida que decían y que los planes de Pedro Sánchez tienen más de ilusionismo que de realidad. Digo ilusionismo por no llamarle por su verdadero nombre.

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