La choza del pueblo

Resulta que al final el Movimiento al Socialismo de Morales en Bolivia era subirse a un piso alto para ver al personal desde arriba

Evo Morales, presidente de Bolivia EFE
Juan Pablo Colmenarejo

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Resulta que al final el Movimiento al Socialismo de Morales en Bolivia era subirse a un piso alto para ver al personal desde arriba. Es decir, todos somos iguales pero unos más que otros siguiendo la directriz del Napoleón de Orwell en Rebelión en la Granja. Por mucho que se empeñe la portavoz del Gobierno boliviano, Gisela López, la «Evosuite presidencial» no es una «necesidad del pueblo» sino un gustazo que se ha dado el líder bolivariano quedándose más ancho que largo. La choza será del pueblo pero sin el pueblo porque el despotismo necesita lustre y mucho cuarto de baño, sauna, masaje y jacuzzi. ¡Qué no falte de nada! En este mundo global, el piso 24 del complejo presidencial de Morales sobresale por su poderío y dotación. Por encima de los mil metros cuadrados de vivienda solo hay una sala de embarque para el helipuerto que adorna la torre de Evo.

Además, el presidente no tiene más que bajar otro nivel desde su dormitorio para ocupar el despacho que por supuesto llena otra planta e incluye lo que los diseñadores del espacio llaman un «estar íntimo». Debe ser que en el piso de arriba no hay suficientes metros de intimidad. Queda claro que Morales es un hombre dedicado a su país las 24 horas del día y que por ello se ha construido una complejo presidencial de 40 millones de dólares dejando a un lado cualquier revolución pendiente. Que te lleven en helicóptero al masaje, en tu casa, es un acto de justicia para quien ha decidido quedarse con el trigo después de predicar.

Poco importa que haya hospitales sin medicamentos, como denuncia la oposición, si el jacuzzi tiene el agua a la temperatura correcta y hace cosquillas en las plantas de los pies. La torre del orgullo de Morales sobresale en La Paz. Solo los mil metros de Evosuite equivalen a 17 viviendas sociales de 60 metros que reparte su Gobierno. Esa es la vara de medir con la que están echando cuentas los bolivianos. Se trata de igualar por abajo para que la nada esté bien repartida entre los demás mientras por arriba se contempla el altiplano. El socialismo real siempre genera una élite que guarda con celo sus prebendas aunque en algunas ocasiones construyen el edificio tan alto que es imposible ocultar la arrogancia del inquilino. Por lo tanto, la revolución era la del lujo. Volviendo a Orwell, lo más difícil es darse cuenta de lo que uno tiene delante de las narices. Pues eso, #la choza para el pueblo pero sin #el pueblo.

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