La bandera de Fernando Alonso

La solución para Cataluña es ganar las elecciones y una mayoría españolista

Edurne Uriarte

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Ciudadanos ganó las elecciones en Cataluña y lidera la oposición, y, sin embargo, pide al Gobierno de la nación que arregle el problema de Cataluña. Un vicio inherente a nuestro sistema autonómico que afecta a todos los partidos, no sólo a los nacionalistas, y que consiste en responsabilizar a los otros, al Estado, al Gobierno, de aquello que va mal en su autonomía. Lo que permite a los partidos hegemónicos de cada comunidad autónoma reivindicar electoralmente lo bueno como logro propio y lo malo como culpa del Gobierno central.

Pero bien sabe Ciudadanos que el problema fundamental de Cataluña está en su interior, y que también en ese interior se encuentra la verdadera solución, que no es el 155, ciertamente. Y consiste en ganar las elecciones, como ya lo hizo Ciudadanos, pero con mayoría españolista para gobernar. Que tal mayoría no exista no es culpa del sistema electoral, o del sistema del pasado y del bipartidismo, con lo que también se excusa Ciudadanos, sino que es consecuencia de la decisión de los ciudadanos catalanes. Y se trata de lograr la mayoría de votos de esos ciudadanos catalanes para gobernar. He ahí la solución a Cataluña, a Torra y al desafío independentista, un Gobierno catalán que cumpla la ley y que gobierne para todos los catalanes. Y he ahí la gran dificultad de nuestra realidad política.

Si el españolismo no logra la mayoría para gobernar en Cataluña es porque, de momento, ni siquiera se le puede llamar por su nombre. Es decir, españolismo. Porque resulta provocador y se cambia por constitucionalismo. Ni Ciudadanos usa lo de españolismo. Eso explica que sea tan difícil hacer lo que hicieron Fernando Alonso y Carlos Sainz el domingo en Montmeló, desplegar la bandera de España. Como lo hacen, por otra parte, en muchos circuitos del mundo. Sin miedo a que les llamen rancios o fascistas, que es lo que pasa en nuestro país cuando nos declaramos patriotas y sacamos nuestra bandera.

Pero si lo de Alonso y Sainz es valentía, quizá haya que llamar «suicidio» profesional a que lo mismo fuera hecho en Cataluña, por ejemplo, por Andrés Iniesta, un jugador del Barça que se siente español y que habría sido fulminado en ese equipo si hubiera llegado a hacer lo que Alonso y Sainz, pero en una celebración del equipo y en mitad, por ejemplo, de pitidos al himno de España. Es eso lo que percibe un catalán que se siente español. Que es parte de una minoría social, que está contra el poder y que sus sentimientos de identidad española le acarrearán problemas de todo tipo si osa defenderlos en público. Exactamente como en el País Vasco.

Ese ambiente provoca no sólo el silencio de quien se percibe como minoría. También, una tendencia al voto hacia la opción ganadora que es, por supuesto, la nacionalista. Ganadora en lo político y en lo social. Algunos resisten en el silencio. Otros se van, y otros, sencillamente, se apuntan a los partidos dominantes. Y dan la mayoría una y otra vez a Puigdemont, Torra y compañía. O permiten, por ejemplo, que un club de fútbol con seguidores de todas las identidades se haya convertido en representante del independentismo.

El 155 es una medida legal excepcional para hacer cumplir la ley, pero no tiene capacidad para influir en la sociología electoral catalana. De hecho, dice alguna encuesta que los nacionalistas volverían a ganar en unas posibles nuevas elecciones. Ese es el problema de fondo que hay que afrontar. Y se hace con el fin del miedo a ser, a sentirse y mostrarse español en Cataluña. Como Alonso y Sainz, en cualquier lugar y todos los días del año.

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