Amnistía selectiva

Jamás he entendido ni aceptado la mínima broma con las víctimas reales de ninguna tragedia o dictadura

Hermann Tertsch

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Parecería que en la España de hoy son muchos millones que pueden mirar hacia atrás a la heroica juventud de militancia antifranquista propia o de sus padres. Es inmenso el enigma histórico de cómo sería capaz aquel general pequeñito, que dicen que era mal militar, tonto, inculto, torpe y poco viril, de capear tan cómodamente durante cuarenta años a todos esos antifranquistas de cuya existencia nos enteramos después de ganar Felipe las elecciones. Salieron de la profunda clandestinidad cuando comenzó a circular dinero para la farándula de la «cultura antifranquista», el mayor negocio jamás inventado en España. Un milagro español: millones en permanente insurgencia y Franco moría plácidamente en la cama.

Como no soy comunista no hago chistes de «judíos en ceniceros» ni de «fascistas empalados» o «periodistas nazis castrados». Jamás he entendido ni aceptado la mínima broma con las víctimas reales de ninguna tragedia o dictadura. Las de esta fueron muchas, demasiadas. Los fusilados inocentes, los perseguidos, los miles de presos y hombres buenos que murieron en la cárcel y los torturados. En la dictadura de Franco hubo represaliados inocentes y muchos perseguidos de forma injusta. A veces con una crueldad y saña solo explicable por la terrible carnicería que fue la Guerra Civil y el inmenso fracaso colectivo que llevó a ella.

Pero sí habría que tomarse como mala broma la infame hipocresía e infinita desvergüenza que desplieguen comunistas y exterroristas hoy en la España del revanchismo. El viernes heroicos antifranquistas acosaron a un policía jubilado, Antonio González Pacheco , conocido como «Billy el niño», al que acusan de ser el mayor torturador del planeta. Y al parecer el único. Todos los antifranquistas pretenden haber sido torturados por el mismo. Dicen que le quiten las medallas a este policía. Medallas que ganó no por torturar a nadie, sino por combatir a ETA, al Grapo y, sí, también al FRAP. Y por liberar a Oriol y Villaescusa y salvar vidas. Era el policía de una dictadura, sí. No sé si torturó y si lo hizo, lo condeno. Pero sí salvó vidas y si cometió el delito, no es mayor que el de asesinato de tantos hoy honrados en los medios y el mundo oficial. Hubo una amnistía para todos. Pues dirigía el escrache Pablo Mayoral, miembro del comando que mató a un policía de 23 años en calle Alenza de Madrid en 1975. Fue detenido, condenado a 30 años y amnistiado un año después. Invitado de honor en todas las televisiones es el abogado Gonzalo Boye , un chileno condenado a 14 años por su participación en el secuestro de Emiliano Revilla. Tener a un hombre 247 días en un agujero para robarle dinero debe de ser tortura. Luego estos no van contra la tortura. Quieren que la amnistía no valga para Billy el Niño , pero sí para Mayoral, al que quedarían 29 años por cumplir. El primero salvó vidas, el segundo ayudó a quitarlas. Por eso nadie defiende al primero y el segundo es ovacionado en los medios y por la izquierda.

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