Los abanicos feministas

Aunque sirvieran para eludir Cataluña, bienvenidos sean los abanicos feministas

Edurne Uriarte

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Me temo que la reivindicación feminista de los Goya fue sobre todo una alternativa para evitar Cataluña , una manera de mantener la tradición de protesta eludiendo el debate político fundamental del último año que es Cataluña. Hubo también imitación de los Globos de Oro , pero a falta, afortunadamente, de un Harvey Weinstein local, el MeToo se transformó en el Más Mujeres . Con el éxito de hacer olvidar lo extraño de que un grupo que llevaba años de furibunda crítica a los Gobiernos del PP no aprovechara la gala para felicitar al Gobierno del PP , y al PSOE y Cs , por su defensa de la democracia en Cataluña, y denunciara, de paso, el golpe de Estado independentista.

A pesar de la sonora ausencia anterior, lo cierto es que los abanicos feministas son útiles para poner de manifiesto el desequilibrio entre hombres y mujeres también en el cine. Yo no diría tanto como Penélope Cruz , que «toda mujer que diga que no se ha sentido discriminada, miente», pero casi. Incluso en la universidad, donde el sistema público garantiza la igualdad de salarios y de condiciones de acceso a todas las posiciones, la inmensa mayoría de las mujeres hemos sentido los efectos de los valores sobre las supuestas mayores capacidades de los hombres. Como en los ámbitos privados, con brecha salarial y otros problemas añadidos.

Lo que nosotras hacemos, decimos o escribimos es valorado habitualmente como menos interesante, importante o profundo que lo que hacen, dicen o escriben los hombres. No sólo lo experimentamos las mujeres todos los días y lo compartimos entre nosotras, es que hay varios estudios científicos que lo avalan. Muy especialmente, el estudio conocido como Jennifer y John es fascinante e inquietante: el mismo curriculum ficticio enviado a 127 catedráticos de universidad con la sola variación del sexo del solicitante, Jennifer o John, dio lugar a una significativa mejor valoración del curriculum firmado con John. Aún más, le ofrecieron un mejor salario, sólo por llamarse John en lugar de Jennifer. Y eso que quienes juzgaban eran nada menos que catedráticos de universidad, lo que da una idea de que el sexismo funciona de la misma manera en las más altas esferas intelectuales.

Otra cosa es la falta de autocrítica de las mujeres y las soluciones. No podemos pretender, por ejemplo, que haya un 50% de directoras de cine, o de guionistas, o de montadoras, cuando la mayoría de las jovencitas prefieren ser actrices. Cuando muchas aún quieren ser las más bellas y casarse con el director en lugar de ser las directoras, como Isabel Coixet , que estuvo también original y muy interesante en su discurso de los Premios Mujer Hoy hace una semana. De ahí que Coixet se quedara sola en su propuesta de ir en pijama a los premios. Eso sí que es revolucionario, para poner de manifiesto el contraste entre la importancia del físico y vestidos de ellas frente al interés por las mentes de ellos, en ésta y en todas las galas.

Cambiar esas imágenes es mejor y más eficaz que las cuotas. Como ese 50% de subvenciones a mujeres que reclamaron algunos en los Goya. Cuando ellos mismos serían los primeros en indignarse si eso conllevara un rechazo a un proyecto mejor porque su director se llamara John en lugar de Jennifer. Claro que si mi opinión crítica con las cuotas no tiene éxito y se acaban estableciendo también en el cine y en los espacios culturales, sugiero que se reserve cuota especial para las mujeres de derechas. Si ser mujer complica las cosas, ser mujer y de derechas es todo un reto en ese mundo dominado por los hombres y por la izquierda.

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