adiós al loco de la colina
Tristeza en Ubrique por la muerte de Jesús Quintero
El onubense fue uno de los periodistas más reconocidos de finales del siglo pasado y un auténtico pionero en el género de la entrevista en España
«El único pecado imperdonable es no vivir, entregarse a una muerte anticipada, mientras la sangre corre todavía por nuestras venas. Porque vivir no es solo estar en la vida. Vivir es participar en la fiesta, actuar. Ser protagonista, elegir un papel e interpretarlo con autenticidad», manifestaba con el mayor de los sentimientos Jesús Quintero en uno de sus programas.
Y es que el reconocido periodista tenía el don de crear ambientes especiales allá donde se le ponía un micrófono por delante. Sacaba lo mejor de sus invitados, y por supuesto de sus oyentes, que este lunes lamentan su pérdida.
Jesús Quintero: Un 'Loco' de todo lo que fuera Cádiz
La explosión del locutor y presentador coincidió con el salto del Carnaval a la televisión y a internet: siempre tuvo una relación especial con el humor gaditano, con personajes que idolatraba como El Beni o El Sabio de Tarifa, con la gran fiesta local de la que fue apasionado pregonero en 1984
A principio de septiembre, la salud del periodista, de 82 años de edad, estaba empeorando poco a poco, por lo que se decidió ingresarlo en la Residencia Nuestra Señora de los Remedios de Ubrique. Este lunes 3 de octubre, apenas un mes después de la noticia de su empeoramiento, se ha comunicado la triste noticia de su fallecimiento.
Durante este mes, el querido comunicador, llevaba una vida tranquila y apacible, con cuidados y afrontando sus rutinas diarias con normalidad, pese a que su salud era delicada, cuentan fuentes cercanas a la residencia de este municipio gaditano.
La familia de Quintero ha pedido intimidad en estos momentos tan dolorosos y piden respeto. Eran las 20:00 horas de este lunes y en el pueblo de Ubrique se respiraba un ambiente triste. Ubriqueños y periodistas han querido acercarse a la puerta para dar el último adiós, pero solo los familiares pueden acceder.
Ahora solo quedarán sus intensas y cautivadoras charlas, que como bien se decía, «sacaba oro molido de esos ratos».
