Seguridad y yihadismo

Una amenaza global supone aprender a trabajar en red, en el propio país y fuera

Agentes de policía patrullan las calles de Barcelona un día después del atentado de las Ramblas REUTERS

FLORENTINO PORTERO

Recuerdo cómo admirábamos a la inteligencia francesa por su capacidad para evitar atentados yihadistas. Eran los años inmediatamente anteriores y posteriores al 11-S, cuando Estados Unidos, España o el Reino Unido sufrían golpes devastadores. El tiempo pasó y tanto Al Qaida como el ISIS aprendieron a sortear los controles franceses provocando atentados que están en la mente de todos. La inteligencia francesa es muy buena, pero no es posible hacer seguimiento a miles de yihadistas, sobre todo cuando se utiliza a personajes de bajo perfil o se organizan los atentados desde otro país.

El 11-M mostró nuestra vulnerabilidad y tuvo un impacto político del que todavía no nos hemos recuperado

Estábamos muy orgullosos del trabajo de nuestra propia gente localizando células, desarticulándolas y evitando atentados. El trabajo realizado desde 2001 ha sido importante, sobre todo si tenemos en cuenta que en aquellos días no se daba importancia a la amenaza yihadista. En España vivían algunas de las figuras más destacadas de Al Qaida, desde España se organizó parcialmente el 11-S… pero nuestros servicios estaban volcados en ETA , el mundo de la droga y otras serias amenazas. Supieron reconvertirse en un tiempo record, aunque llegaron tarde al 11-M , un atentado que mostró nuestra vulnerabilidad y que tuvo un terrible impacto político del que todavía no nos hemos recuperado.

Un amenaza global supone aprender a trabajar en red, en el propio país y fuera. No es fácil, porque estamos hablando de organizaciones diseñadas para actuar desde la discreción y el secreto. Las dificultades para coordinar al CNI con la Guardia Civil o la Policía Nacional son históricas, como lo es el formidable nivel de cooperación al que han llegado en la actualidad. Las Secretarías de Estado de Inteligencia y Seguridad han hecho un gran trabajo, cuyo resultado está a la vista: durante años hemos nos hemos librado de atentados al tiempo que nos convertíamos en un referente internacional.

Finalmente, el temido atentado llegó y ocurrió donde más temíamos, en Barcelona. El entorno de la Ciudad Condal es el ámbito de mayor presencia islamista y yihadista desde hace tiempo y a pesar de los avisos de los propios Mossos y de las autoridades en Madrid, Bruselas o Washington los líderes nacionalistas no han prestado al problema la atención debida. Su agenda iba por otros derroteros. Confiemos en que esta cruenta ducha de realidad suponga una rectificación en la dirección correcta.

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