BMW Serie 3 330i: cuando el conductor es el Rey

U. Mezcua

Que el BMW Serie 3 sea, como titulábamos en nuestra primera toma de contacto, en diciembre, « ágil y preciso dentro y fuera del circuito » no deja en el fondo de ser una obviedad. Es marca de la casa de la firma bávara, y algo que, podríamos decir, viene de serie en casi todos sus modelos -a excepción quizá de sus coches más «viajeros», como el X7 ( aquí su prueba ), pensados no para una conducción deportiva, sino para que conductor y pasajeros viajen como en un sillón de masaje.

Por eso, lo que más nos ha sorprendido en nuestra prueba en profundidad del nuevo Serie 3, equipado en esta ocasión con un portentoso motor 330i de 258 de cuatro cilindros de gasolina, es lo cómodo que puede sentirse el conductor frente a los mandos. La ergonomía es perfecta, y la imbricación con el coche, total, siempre que el conductor se sienta a gusto circulando cerca del asfalto.

Como es tradición en la marca, los controles se distribuyen orientados hacia el conductor, que abordo del Serie 3 se siente el Rey. Eso no significa que no puedan ir alojados también con comodidad otros tres pasajeros -cuatro no lo irán tanto-, siempre que el trazado sea firme para no notar las incomodidades propias de una suspensión de enfoque deportivo -salvo en la configuración Comfort del selector, de agradecer para quién opte por efectuar un viaje largo-. Más bien, lo que implica es que, quién se siente tras el volante, es, con diferencia el que más disfruta en el interior de un coche que, según definen los ingenieros de BMW, «representa como ningún otro el alma de nuestra marca».

Los detalles de nuestra unidad, vestida con el paquete M Sport -que añade, por ejemplo, llantas de 19 pulgadas de radios dobles o ribetes en los cinturones de seguridad-, acrecentan la sensación de encontrarse ante un vehículo enfocado hacia la deportividad. Y encima, con un maletero más que decente, con 480 litros de capacidad.

Dinámicamente las sensaciones no pueden describirse sino soberbias, brillantes en el paso por curva, generando una sensación de agrado que se ve reforzada por el perfecto comportamiento de la transmisión automática de ocho velocidades. La caja, de serie en esta motorización, únicamente desmerece cuando, en trayectos eminentemente urbanos, el conductor no logra manejarla con la suavidad necesaria para evitar un pequeño sobresalto.

También impresiona la cantidad y calidad de la tecnología que se puede disfrutar a bordo, tanto en materia de infoentretenimiento como en el apartado de seguridad. En el segundo, destaca por ejemplo lo bien que responde el Control de crucero activo con asistente de atascos, que permite al coche mantenerse en el carril y mantener la distancia, arrancar o detenerse en función del vehículo precedente. Lo hace de manera tan lograda que a buen seguro permitiría al conductor olvidarse de tomar las riendas por debajo de los 60 kilómetros por hora si no lo impidiera la legislación vigente.

El asistente que más impresiona, y que merece párrafo aparte, es el Reversing Assistant o Asistente de Marcha Atrás, que permite al vehículo recorrer de manera autónoma los últimos cincuenta metros. El funcionamiento es casi mágico, no importa la cantidad de veces que se haga uso de él. Más discreto es el funcionamiento del Parking Assistant, que aunque logra estacionar el vehículo de manera totalmente autónoma -siempre que vaya asociado a la transmisión automática- cae en el mismo problema en el que suelen este tipo de sistemas: necesita más espacio del que requeriría un conductor con mínimas habilidades.

En el apartado de infoentretenimiento, antes esbozado, cabe reseñar el buen funcionamiento del asistente por voz de BMW, equivalente MBUX de Mercedes-Benz, y capaz de, por ejemplo, encontrar una dirección incluso aunque el conductor titubee, responder con precisión a preguntas como «cuánta autonomía queda», y satisfacer órdenes emitidas con lenguaje natural, como por ejemplo, «tengo calor», ajustando la temperatura de la climatización.

Por otro lado, aunque para muchos pueda ser un mero detalle, se agradece especialmente el control gestual del sistema, con pocas funcionalidades , sí, pero con una en particular, la de subir y bajar el volumen de la radio mediante el movimiento giratorio de los dedos, que se echa de menos al despedirse del vehículo.

Para quién guste de interactuar de manera más natural, siempre tiene a su disposición la gran pantalla central de 10,25 pulgadas (solo empequeñecida por el Digital Cockpit Professional opcional, que brinda información al conductor mediante un gran head up display y un cuadro de 12,3 pulgadas), táctil aunque puede manejarse mediante un mando giratorio en el árbol de transmisión -cosa recomendable, porque demuestra ser un verdadero imán de huellas-; así como las botoneras dedicadas para el manejo de la climatización.

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